Borracho sí vale
- lunes 05 de noviembre de 2012 - 12:00 AM
En la barriada Centenario, en las faldas del cerro Santa Cruz, allá en la provincia de Coclé, los pobladores amanecieron en la calle para recibir el Día de la Bandera Nacional. Apenas rayó el alba muchos cogieron rumbo para la casa, a darse un baño y cambiarse para ir a ver a las rirris lindas que ataviadas con minifaldas y vestidos llamativos saldrían a desfilar.
Entre los que ya iban para la casa estaba Oldemar, acompañado de una veintena de amigos, que buscaban todos los argumentos válidos para convencerlo de que se fuera a dormir un rato, porque los copetines y la falta del sueño reparador lo tenían medio complicado, a tal punto que caminaba en zigzag y hablaba medio enredado.
‘Borracho no vale’, le decían, pero Oldemar se empeñaba en irse directo a ver el desfile. Fue en ese momento que empezó a gestarse el revolcón, justo cuando pasaban frente a la casa de Nicodemo, el nuevo rico del sector, quien los miró despreciativamente e hizo sonar unos tambores que había comprado para la ocasión. Le hizo una seña a su mujer, la exuberante y jovenaza Rocío, que trajo una escalera.
¿Qué va a hacer, don Nico?, le preguntó Oldemar entre hipo e hipo. El vejete lo miró con cara de pocos amigos y le dio un codazo a Rocío que estaba afanada en decirle al ciudadano que iban a adornar la casa con la enseña patria. Aunque no le contestaron, borracho impertinente al fin, Oldemar se quedó mirando a la pareja. No hizo caso de los demás ni de algunos vecinos que salieron al oír el repicar de los tambores.
‘Páseme la bandera tricolor’, le pidió desde la escalera el vétero Nico a la sensual Rocío, que en una minúscula ropita exhibía las protuberancias que Dios le dio.
El borrachito pareció reparar en ese momento en la vestimenta de la bella y le preguntó otra vez qué iban a hacer. La mujer sonrió pícaramente, pero el viejo bajó disgustado y le pidió al ebrio que se largara de su casa en el acto.
‘Me voy, pero sepan usted y su mujer que hoy es el Día de la Bandera’, les gritó y se fue, para alivio de todos.
Una hora después regresó, bañado y con ropa limpia, pero todavía borracho, y se paró frente a la casa de don Nicodemo, que exhibía, de esquina a esquina de su mansión, una bandera panameña de tamaño descomunal, lo que había congregado a una multitud que admiraba el colosal adorno mientras el dueño sonreía pechón porque la gente preguntaba cuánto le costó esa banderota, don Nico, quien respondía: Una millonada que ustedes no podrían pagar.
¡¡¡UN MOMENTO, UN MOMENTO, esa bandera está mal colocada, recuerden que el azul debe quedar siempre, siempre, siempre, a la izquierda de quien la mira, la estrella azul a la izquierda, por favor!!!, gritó Oldemar y buscó una escalera. Fueron momentos de angustia para los presentes. El borrachito se afanaba a bajar la enseña patria para colocarla bien, y el dueño amenazaba con empezar a tirar bala. El llanto y la gritería femeninos se escucharon enseguida, pero ni nadie se iba ni nadie convencía al ebrio de que dejara la bandera mal puesta.
Don Nico, lentamente, desenfundó su arma cuando vio que Oldemar soltaba uno de los amarres del Pabellón mientras decía en voz alta: ‘EL AZUL A LA IZQUIERDA, POR FAVOR’.
Una vecina, cuando vio que otra se desmayaba al ver que don Nicodemo ponía el dedo en el gatillo, llamó a la Policía, que vino corriendo alarmada por la gritería. El vétero salió furioso al encuentro de los uniformados y les pidió que se llevaran preso al borracho atrevido que le había quitado la bandera.
Tras unos segundos de confusión y de algarabía, un policía pidió a los enfrentados que hicieran su descargo. ¡Que lo enchirolen ya y no lo suelten hasta el 2013 por bajar la Bandera Nacional hoy en su día!, pidió don Nico, pero el jefe de los policías, pensando en lo hacinadas que están las cárceles, le pidió a Oldemar que se defendiera.
‘Es que nuestra bandera estaba mal colocada y eso es imperdonable en el Día de la Bandera Panameña, estaba el rojo a la izquierda y no es así, señor oficial, ¿verdad que la estrella azul siempre va a la izquierda?’. El comisionado, que era experto en este tema, le dio una palmada a Oldemar y le dijo: Borracho sí vale. ¡Que viva la Bandera Nacional!
Y le dio un bote hasta su casa, con la orden de dormir unas horas o él mismo regresaba a llevárselo detenido.
MORALEJA: PANAMEÑO, CONOCE LAS REGLAS DEL USO DE TUS SÍMBOLOS PATRIOS.