El 9 de Enero cambió hasta el calendario escolar

El año nuevo vino cargado de guerras verbales donde prevalecen la chabacanería, el irrespeto y la falta de decencia ciudadana. Y el periódico El Siglo cumple 40 años de ser el diario del pueblo. De eso escribiré más adelante.

Ahora, entremos a desgranar la fecha que marcó un antes y un después en la vida de los panameños. Primero, aclaramos que la decisión de los estudiantes de izar la bandera en la escuela de Balboa no fue antojadiza. Ese fue un acuerdo firmado por los presidentes Kennedy y Chiari. Nuestra enseña tricolor debía ondear en los sitios civiles donde estuviera la norteamericana.

Segundo, para los que se preguntan sobre la presencia de tantos estudiantes en el mes de enero deben saber que antes el año escolar se extendía hasta ese mes y a veces hasta febrero y no como ahora.

Por ejemplo, mediante gaceta oficial se fijó el año escolar del lunes 6 de abril de 1963 al 31 de enero de 1964 y el año escolar 1964 fue fijado del 20 de mayo al 19 de febrero de 1965. Ese año, ante la conmemoración del primer aniversario del acto criminal del 9 de Enero, hubo tanta efervescencia, con la participación de miles de personas, que se decidió cambiar el año escolar. Los gobiernos de turno no querían que los sorprendiera otro Nueve de Enero con las escuelas preñadas de estudiantes. Se tenían que evitar levantamientos masivos para ese día. Ahora el año escolar se extiende hasta diciembre.

Este día no es una fecha cualquiera. Cada uno, desde su esquina ideológica, lo analiza según los intereses. Por las redes se publican comentarios denigrantes en contra de los mártires, pero no vale la pena mencionarlos. Lo cierto es que esos 61 años de aquella gesta nos sorprende con un presidente norteamericano a quien se le rinden honores hoy. También, con las bufonadas de un mandatario electo quien le tiene la mira puesta al canal de Panamá. Cierto es que en todo movimiento históricos hay los muchos buenos y los pocos malos.

Ese Nueve de Enero la Patria no volvió a ser la misma. A partir de ese momento fue sembrada la semilla en tierra fértil la cual fue abonada con la sangre de esos mártires. Creo, a no dudarlo, que a partir de ese momento el terreno estaba abonado para iniciar la lucha por la recuperación y soberanía del Canal de Panamá. Esta vía no es ni de Panamá ni de Estados Unidos... le pertenece al mundo, pero con una administración vitalicia bajo la responsabilidad de la república de Panamá. Desde esta tribuna rendimos culto y honor a quienes perdieron la vida y a quienes quedaron heridos. Bien hizo el gobierno en reconocer a estos héroes mediante el pago mensual de mil doscientos dólares.

Señores, hay una llama eterna en el pebetero que se construyó en una de las instalaciones de la Autoridad del Canal de Panamá. Gracias, señores mártires, siempre estaremos en deuda con ustedes. Abrazos y que Dios nos bendiga.