Calaveritas de azúcar, dulce tradición del Día de los Muertos en México
- martes 24 de octubre de 2017 - 9:04 AM
Las calaveritas de azúcar son uno de los elementos que no pueden faltar en un altar de muertos. Su origen se remonta a la época prehispánica, cuando los pueblos indígenas elaboraban cráneos de barro o labrados en piedra, algunos con semillas de amaranto y miel de maguey.
Hay desde tres por 10 pesos (52 centavos), dos por 10 pesos, 15 (80 centavos), 18 (95), 25 (un dólar con 30 centavos) y hasta 35 pesos (un dolar con 83 centavos), las de tamaño considerable. Por supuesto que los precios varían en cada local, pero hay que aceptar que no es nada caros comprar estos deliciosos y tradicionales dulces.
Algunos historiadores dicen que algunos conventos los elaboraban en moldes hechos de barro, para posteriormente decorarlos con glaseado de clara de huevo, azúcar y colores vegetales
Historiadores comentan que al paso del tiempo los ingredientes para elaborar las calaveritas de azúcar han ido cambiado, debido a la presencia de diferentes culturas en el país azteca, creando un sincretismo tal, que dio origen a la forma que se conoce actualmente.
Así se hacen
Según EFE, el proceso para elaborar una calaverita de azúcar abarca tres días. En un recipiente de cobre, se meten alrededor de 25 kilos de azúcar y cinco de agua, que se ponen a hervir.
Después de agregar una decena de cucharadas de limón, se espera a que la mezcla esté "a punto de caramelo", momento en el que se enfría y pasa de un color cristalino a blanco.
Es entonces cuando se rellenan los moldes de barro, se deja enfriar unos minutos y ya se saca la mezcla con la forma característica de la calavera, y que hay que dejar reposar un día antes de empezar con la decoración, tras lo cual hay que dejar pasar otras 24 horas.
Para la decoración primero se ponen papeles de colores en la frente y en los ojos, y a continuación, con la pasta de colores, se hacen los dibujos con una técnica "única", señala Jiménez.
Esta decoración, que se ha mantenido durante mas de 30 años, no se enseña a ningún trabajador fuera de la familia.