- viernes 20 de diciembre de 2024 - 12:00 AM
La historia del Istmo se puede escribir con la pericia de un bandolero descendientes de los que esclavizaron a los nativos. O también como los especuladores que negociaron con las potencias extranjeras y se apropiaron de la franja de tierra por donde pasaron las recuas de mulas cargadas de oro y luego se construyó el ferrocarril. Igual con el especulador oligarca, que rezando sobre la Constitución incrementó sus ganancias mediante la usura de la zona de tránsito y la explotación del campesino.
Hoy escribiré sobre los patriotas panameños de excepción, por el cual los llamaré los nacionalistas. Este grupo lo tenemos que meter forzado en la historia debido a que no encuadran dentro del esquema de la casta del poder político y económico. No obstante, existen patriotas reconocidos por la historia por su abnegado valor y principios de moral política que estuvieron en el poder. Ejemplos, Buenaventura Correoso y Belisario Porras.
La soberanía debe ser un dogma inflexible al cambio y no al querer de los descendientes conservadores, y de los resabios de los liberales divididos en mil pedazos. El partido Conservador de Panamá ejerció fallidos intentos de sostener la construcción del Canal, mediante el Tratado Herrán Hay. Los conservadores y una fracción del liberalismo lo intentaron revivir y fracasaron. Estados Unidos lo aprobó y sus peripecias legalistas se encontraban en descomposición por su visión imperialista, siendo negado por la Republica de Colombia.
A los próceres de 1903, luego del fracaso del Tratado Herrán Hay les falto valor, malicia y táctica política para negociar un nuevo tratado. Sin contar con la capacidad para discutir otro nuevo tratado y procedieron nombrar al fracasado Ingeniero Felipe Bunau Varilla y lo lanzaron irresponsablemente sin un equipo negociador hacia los Estados Unidos. Bunau Varilla negoció solo con el Departamento de Estado y entregó la soberanía, tierra y valles al poder de los Estados Unidos.
El Judas francés
Aprobando el Tratado Hay Bunau Varilla el 18 de noviembre de 1903, a escasos 15 días después de la independencia. Luego nuestro ministro plenipotenciario Varilla escribió lo siguiente: “Esta primera carta marca el fin del período de crisis de la República.” (Carta al ministro de Relaciones Exteriores de Panamá (Nueva York, 24 de noviembre de 1903. En Revista Cultural Lotería. Octubre–noviembre 1976 p. 17)
La astucia de Varilla utilizada contra los panameños, fraguó una teoría para hacer creíble el cuento de la infantil democracia. Es por ello, que escribe sobre el fin de la crisis, iniciada la República. Las palabras de Varilla, en forma de supuesta verdad para él, contienen en la vida real la especulación que llevan, al pensar que en Panamá se cerró el círculo de horror de las crisis provenientes del siglo XIX. Qué gran embuste. El corolario en que fuimos sometidos por los Estados Unidos, mediante el Tratado Hay Bunau Varilla del 18 de noviembre de 1903, a un torpe y malvado sistema de un Estado mediatizado y despedazada nuestra soberanía.
El primer artículo del Tratado de 1903, expresa: “Los Estados Unidos garantizarán y mantendrán la independencia de la República de Panamá.” (Revista Cultural Lotería Edición Extraordinaria agosto 1999. p. 18) Obra sobre los Estados Unidos, la fuerza militar de su ejército atizando durante varios años la discriminación racial. Pero detengamos el tiempo, y volvamos atrás. En torno a esos momentos el 19 de mayo de 1904 se llevó la recepción de Geo W. Davis nombrado como gobernador de la Zona del Canal. Ahí, empezó a abrirse de nuevo la herida cuando el gobernador se sienta en su silla y al lado la bandera de las barras y las estrellas. Este gringo tenía más poder de intervenir en nuestra querida Panamá que el presidente, el colombiano nacido en Turbaco el 30 de junio de 1833, el Dr. Manuel Amador Guerrero.
Los conjurados de la Convención Constituyente, entre ellos, Tomás Arias reafirmaron el derecho de intervención de los Estados Unidos, rubricado con el artículo 136 de la Constitución de 1904, la intervención militar extranjera. No había necesidad de arrodillarse ni para pedir perdón, ni menos para ganar gratitud o para repeler a la plebe rebelde.
En la biografía del general Esteban Huertas expone la trama de la oligarquía de desmilitarizar la nueva República. Así, sucedió el 10 de septiembre de 1904. Al grupo integrado entre otros por: Obaldía, De Obarrio, José Agustín Arango, Tomás Arias y Nicolás Victoria Jaén le urgía el retiro de Huertas del ejército. Así, escribió en su biografía el general Huertas: “se puede ver, con todo lo que venía, sucediendo, ya la ruptura se aproximaba... máxime cuando el Sr. presidente de la República... porque según el ministro de los Estados Unidos.” Los gringos con un grupito de policías panameños podían vigilar la ciudad. Eliminando el Ministerio de Guerra y Marina de Panamá.