Gaspar Octavio Hernández: El Patriota V Parte
- domingo 22 de marzo de 2020 - 12:00 AM
Gaspar Octavio Hernández es conocido por su musical poesía y también por la calidad de sus escritos periodísticos, como redactor jefe de La Estrella de Panamá.
Una ceguera histórica, que no es prudente adentrarse en este momento, ha obviado, en su biografía, los méritos de ser un honorable miembro del Consejo Municipal y destacado orador.
En sus escritos es imposible desligarla de su vivencia diaria en especial en los años que fue concejal. En especial lo afirmaría Rodrigo Miró ‘ese camino le llevaría al encuentro de su yo esencial', (100 años de poesía en Panamá. p. 186).
Es la segunda década del siglo XX, un periodo que se caracteriza por el declive del partido Conservador y la labor de los liberales de atraerlos a su colectivo. Los liberales de Porras replicaban lo siguiente: ‘no será oligárquico ni de familia', frase que recogía una promesa muy difícil de cumplir en un país lleno de vicios lastrados por la tradición colombiana, además de que era un país con apenas 300,000 habitantes con galopante analfabetismo y con una economía débil.
Ante la proposición de participar como candidato del Consejo Municipal, Hernández acepta esta nominación. Lo acompaña su fama de poeta y periodista. En el circuito electoral recibió 2,038 votos.
Integran la comuna capitalina Francisco Filós, Gonzalo Walker, Mariano Ramírez, Enrique Linares, Nicolás Solano, Ladislao Sosa, José M, Villamil, Dámaso Botello, Pedro Brin, Ismael Luzcando, Guillermo Patterson y Jorge E. Boyd.
En esos momentos lo importante para Hernández eran las actividades culturales, como es el caso de la situación de la Biblioteca Colón, fundada en octubre de 1892, (diario El Cronista de 18 de octubre 1892 p. 2). Según los concejales, esta biblioteca era un completo desastre. Y la cámara de esa entidad decide realizar las mejoras a la biblioteca, moción que es acogida por Francisco Filós. Integraron la Comisión de Reformas Hernández y Francisco Villamil, para los planes de mejora.
Con ese ímpetu hace trámites para lograr cambios, así como en los colegios de la capital. En esa década, los colegios eran escasos, solo había unas cuantas escuelas privadas y se tenía la Normal de Señoritas, Escuela Normal de Varones, el Artes y Oficios, la escuela Nacional de Música, la Escuela Práctica de Agricultura en Las Sabanas, la Escuela de Pintura y el Instituto Nacional.
A Gaspar Octavio Hernández le conmovía el abandono de la educación, ya que él había sufrido la amargura de cursar hasta tercer grado, pues veía a niños pobres y abandonados sin futuro cargados con la incertidumbre de un futuro incierto.
Entonces, toma la decisión de presentar la moción de becas para la Escuela Santa Familia regentada por las Hermanas de la Caridad. Trajín en busca de presupuesto y justificación del proyecto que logra cumplir.
Luego del triunfo de conseguir las becas, el 9 de octubre de 1914 le sorprende el suicidio de su hermano Dimas. Ante el dolor, Hernández le dedica un extenso poema de 10 estrofas. ‘Una apacible noche sombría / en que su estrella se oscureció, / con ignorada melancolía / regio y purpurea manto ciñó', (segunda estrofa). Entró en depresión y se separó del trabajo. Cerca de ese infortunio, el municipio lo reclama en calidad de orador de las fiestas del 2 de noviembre en el cementerio Amador.
La pieza exhibe elegancia y el discurso es una obra de arte. Otra vez el orador hace gala en noche y vibra la voz sonora del poeta en el Instituto Nacional. Es un estruendo de palabras y de fuego demoledor patriótico.
Una tercera alocución la realiza el 3 de noviembre de 1914, en el Consejo Municipal y están presentes el Dr. Belisario Porras, el cuerpo diplomático y los secretarios de Estado. Elocuente, viril y patriótica es su alocución. Otro golpe recibe, el 24 de ese mes, su otro hermano Adolfo se suicida. Rompe en llanto y solo el tiempo aplaca su dolor. La vida es lucha para el poeta orador y participa, en el 21 de enero, en la celebración de la fundación de la nueva ciudad.
Al retornar al Consejo Municipal, entra en cólera cuando le rechazan la solicitud de nuevas becas para el colegio Santa Familia. Decidió renunciar y desiste, por consejo de Domingo H. Turner. Golpeado por el suicidio de sus dos hermanos, continúa sin tregua escribiendo en los diarios y revistas.
Otra vez toma la palabra, el 5 de mayo, ante la inauguración del monumento a los bomberos caídos en El Polvorín. Una noche se produce una revuelta entre paisanos y soldados puertorriqueños de la zona chocan con la policía. El poeta se enfrenta con los policías zoneítas y es herido en la cabeza.
La Estrella de Panamá, el 14 de octubre de 1918, en su editorial daba la infausta noticia. El Patriota había muerto. Estaba escribiendo contra la ‘imperdonable grosería de los comerciantes de no colocar la bandera nacional en los almacenes'. De su boca salió un chorro de sangre y el patriota cayó.
Aún me preguntó cómo de pobre y huérfano y sus dos hermanos que se suicidaron logró la estrella del éxito el título del periodista y poeta, El Patriota.