- miércoles 07 de septiembre de 2022 - 12:00 AM
Ramón H. Jurado es considerado uno de los grandes exponentes de la narrativa panameña del siglo XX. Aparte de narrador también fue ensayista y periodista. Nació en Pocrí, en la provincia de Coclé, el 29 de mayo de 1922. Pertenece a la ‘Generación del 44". Su trayectoria literaria se remonta a la etapa de la corriente del realismo social hasta la modalidad de la corriente existencialista que se produce a mediados de la segunda mitad del siglo pasado.
Ramón H. Jurado pasa por las aulas del Instituto Nacional donde obtuvo el título de Bachiller en Letras. Se inicia bajo el seudónimo de "Javier", aunque apenas su imagen figuraba en el parnaso panameño por su personalidad tímida e introvertida de un provinciano que buscaba en la capital un espacio donde madurarse y sobresalirse como escritor. Esto lo consigue a mediados de los cuarenta cuando Jurado comienza a figurarse en las planas de los diarios cuando con tan sólo veintidós años, obtiene el primer premio con su novela San Cristóbal (1944) en un certamen literario convocado por el Ministerio de Educación. A partir de ahí su nombre coge otra dimensión en los medios intelectuales, ya que Jurado aprovecha el arte narrativo como un compromiso patriótico, que lucha por la recuperación de la soberanía nacional. En su novela San Cristóbal, se evidencia ese compromiso social al hacer una sátira desde la estética ideológica del realismo social y el naturalismo, cuando describe las vejaciones a las que eran sometidas los campesinos en los grandes cañaverales por los extranjeros como Don Eduardo Dasalla, personaje prototipo de los terratenientes y arquetipo del poder gamonal. El narrador nos delata el pensamiento cínico de este personaje: "Dasalla, el ceño contraído, piensa para sí: Imbéciles. Estúpidos. No poder convencer a esos cerdos desgraciados." La alusión metafórica, que hace despectivamente el personaje, al comparar los campesinos con los cerdos, es una prueba del rechazo que siente este personaje, con estos humildes campesinos, por su baja condición social. En el contexto social de esta novela, los campesinos viven, por su desigualdad social, explotados, condenados a la miseria, enfermedades y a toda clase de vicios.
Cinco años más tarde publica su segunda novela Desertores (1949) cuyo argumento se centra en los hechos históricos de la "Guerra de los Mil Días", evento ocurrido en 1900 a 1903, una etapa sumamente sangrienta en la vida política colombiana que trajo consigo nuestra independencia. Cuenta la niñez, la juventud, el servicio militar y la muerte de Victoriano Lorenzo. Esta obra, en consecuencia, entra en la modalidad genérica de la novela histórica tradicional, aunque se aprecian preocupaciones estéticas y el manejo de técnicas narrativas contemporáneas, que Jurado desarrollaría plenamente en su tercer novela El desván (1954).
En la década del 50, Ramón H. Jurado, publica su ensayo Itinerario y rumbo de la novela panameña donde señala que el período que corresponde a las tres décadas del siglo XX, no había en la narrativa una verdadera conciencia de lo que era lo nativo, por las circunstancias histórico-geográficas del istmo panameño que produjo una novela de huida y de presentimiento o duda.
Para validar su teoría, argumenta que ‘estas cosas suceden (refiriéndose al cambio que se operaba en la administración del presidente Harmodio Arias) justamente cuando Don José Isaac Fábrega habla del panameño universal, Aguilera Jr. escarba en la concupiscencia capitalina, Moscoso se cita apasionadamente a sí mismo, mientras Julio B. Sosa, en la frontera del gran acontecimiento, nos logra precisar la magnitud de la patria que se nos viene encima y busca en su corazón la leyenda que no encuentra en el pasado. (pág.51) Para Ramón H. Jurado, estas obras no llenaban el vacío y la madurez, que se necesitaba para crear una novelística con un hondo contenido de nuestra realidad social y que plasmase la problemática nacional. Por ello, en sus primeras novelas apreciamos ese fuerte compromiso social con los campesinos sojuzgados por los terratenientes. Precisamente en el momento que se advierte el cambio -acota Jurado- se produce el milagro. Surgen obras que muestran simpatía por el campo, ajeno a la peripecia canalera
En El Desván (1954), Ramón H. Jurado había dejado a un lado su polémica teoría ruralista y se adentra en la ideología estética del existencialismo. La intertextualidad kafkiana, presentes en el discurso narrativo de esta novela, muestra un eje temático existencial conformado por el ser, la búsqueda interior, la soledad ontológica, y la muerte.
Otras novelas de Ramón H. Jurado son: En la cima se mueren los suicidas (1950), En la cima se mueren los suicidas (novela, 1950), 1954), Con la muerte en la mano (1967), Un tiempo y todos los tiempos (cuento, 1975) y Una nalga en el olvido (novela, 1973). En 1978, Ramón H. Jurado fallece en un vuelo con destino a la ciudad de Caracas, Venezuela.