El pueblo viene criticando ciertos proyectos que se presentan en la Asamblea por su escaso impacto en la sociedad. Antes se hablaba de leyes para cuantos festivales se les ocurriera a los diputados. Hoy, algunos proyectos resultan casi irrelevantes, mientras que otros parecen estar diseñados únicamente para generar polémica o mantenerse activos en las plataformas digitales.
Recientemente ha dado de qué hablar una propuesta que busca cambiar la fecha del Día del Padre al mes de marzo. Ya se había modificado —o más bien, devuelto— el Día del Niño a noviembre. Así, se hacen leyes para cambiar lo que antes se había cambiado. Cada una de esas modificaciones implica horas de trabajo del personal legislativo y, por tanto, un gasto público innecesario.
Fue también una “llamarada de capullo” la iniciativa de establecer atención médica obligatoria las 24 horas en los puestos de salud, cuando en los horarios actuales ya hay quejas de los médicos y del personal de salud por la falta de insumos.
¿Qué implica cambiar el Día del Padre para otro mes? Sobre todo en tiempos en que aumentan las quejas de padres que no son visitados por sus hijos, en una sociedad que además envejece, no solo en Panamá.
