Su pasión: los trenes

J ean Carlos Casas Díaz, de 31 años, reside desde hace 18 años en Roosendaal, una pequeña ciudad de 80,000 habitantes en el sur de Holan...
  • domingo 23 de diciembre de 2012 - 12:00 AM

J ean Carlos Casas Díaz, de 31 años, reside desde hace 18 años en Roosendaal, una pequeña ciudad de 80,000 habitantes en el sur de Holanda cerca de la frontera con Bélgica.

Llegó a vivir a Holanda junto con su mamá y su hermano menor (Jason) cuando sus padres decidieron separarse. ‘El sueño de mi mamá siempre fue salir de Panamá a conocer otros lugares, darse cuenta como es vivir en otro sitio y conocer otras culturas. Ahora mi meta y sueño es poder regresarme algún día del todo a Panamá’, dijo.

Este panameño nos cuenta que cuando niño vivía en La Rotonda de Las Cumbres, lugar al que le decían ‘Monte Calvario’ por lo aislado que estaba, pocas casas y mucho monte, donde se reunían primos y amigos de otros lugares para correr, jugar fútbol, Himan, Ninja Turtles, dibujar casas, soldaditos o con su moto de campo.

Aunque extraña mucho a su hermano menor Jason, quien se regresó a Panamá, sus hermanos de parte de padre: Joel, Iris y Jon, su abuelita y su madrina, tíos, tías, primos y primas, la vida en Holanda ha sido maravillosa, ya que está casado con Willemijn de 29 años, tiene dos niños: Luque, de cinco años, y Felipetan de solo tres años.

En la parte laboral, nos contó que al terminar la secundaria, metió solicitud en la empresa Nederlandse Spoorwegen (Empresa de Ferrocarriles Holandeses) y en el ejercito, en ambos lo aceptaron, pero le llamo más la atención laborar en la empresa Nederlandse Spoorwegen, donde ya lleva doce años dedicándose a los trenes. Allí garantiza que cada uno salga de la estación de manera segura y a tiempo, controla los tiquetes, informa, aplica primeros auxilios cuando sea necesario, es responsable de la seguridad y de ofrecer servicio a los pasajeros.

‘Una vez tuvimos un accidente con una persona que se suicidio y como yo soy el que tiene que bajarse del tren para ir donde la persona para ver si todavía está con vida y ayudarlo o tapar el muerto. En mi camino hacia el cadáver me encontraba billete tras billete de 10, 20, 50 euros. Creo que en total eran como unos 200 y yo con miedo, pero feliz por encontrarme tanto dinero. Resulta que el dinero era del muerto, jajaja. Inmediatamente cuando me di cuenta se lo metió a su cartera, asegura.

Un día de trabajo para este panameño puede ser bastante agitado y estresante cuando hay algún daño en la infraestructura ferroviaria o una falla del tren o algún accidente. Sin embargo, la mayoría de las veces es bastante relajado.

Las cosas que más le gusta de su trabajo es el contacto social con la gente, los turnos nocturnos, que no trabaja todos los días con los mismos compañeros y que todos los días va a lugares diferentes.

Entre las cosas que extraña de Panamá está el clima, su naturaleza, la cultura, la música, el ambiente, las playas, los ríos y su gente bella, entre muchas cosas bellas que se pueden disfrutar.

Casas se define como una persona responsable y trabajadora, bastante impaciente, pensador que le gusta analizar las cosas más de una vez y tratar de no juzgar a nadie.

Señaló que viaja cada dos años a Panamá, ya que hay que prepararse muy bien. ‘Cuando no podemos ir a Panamá vamos a otro lugar, aquí cerca en Europa’, agregó.

‘Me encanta ver el fútbol, lo práctico y lo sigo por la tele junto con mi hijo mayor que también es fanático. Cuando estamos en casa no nos perdemos los partidos del Liverpool, del Ajax Amsterdam y menos los del Barca’. También le gusta reunirse con panameños y otros latinos para sentirnos en familia.