Hace una semana culminó la Feria Internacional del Libro, que este año tuvo de país invitado al Reino de Marruecos. La asistencia superó la de las ferias anteriores, y esta versión, la No. 21, duró 7 días, no como en años anteriores, que duraba 5 días.
Fue un gran evento, salpicado de ritmo, ya que estuvo presente un conjunto marroquí que interpretaba ritmos africanos que ponían a bailar hasta al más inhibido. Los paneles fueron muy variados, sobre todo los que se referían a la interculturalidad, pues la embajada del reino magrebí se esmeró en exponer desde cuentos marroquíes para niños, talleres de azulejos para jóvenes, taller de tejido creativo, recitales de poesía hasta paneles sobre la literatura marroquí y su apertura al mundo, el legado andalusí en Marruecos y América Latina y el que abarcó las relaciones entre Marruecos y nuestro continente.
La embajada de Perú no desaprovechó la ocasión para organizar varios eventos en torno a la figura del escritor recientemente fallecido, Mario Vargas Llosa, clausurando la feria con un homenaje a su obra y vida, amenizado por música peruana además del infaltable pisco de honor.
El Administrador de la Autoridad del Canal de Panamá, Ricaurte Vásquez, presentó el valioso libro “30 años del título constitucional del Canal” y se realizaron sendos homenajes a escritores fallecidos el último año, como Arístides Martínez Ortega, Rafael Pernett y Morales e Ileana Golcher. Chile rememoró los 80 años de habérsele otorgado el Premio Nobel a Gabriela Mistral y se realizaron varios eventos que destacaron la revolución Dule, ocurrida hace 100 años en la hoy comarca Guna Yala, destacándose la presentación del libro “La rebelión infinita” de Juan David Morgan.
La FIL se ha convertido en la cita cultural del año y en esta versión, teniendo por primera vez de invitado a un país africano, ha sido un acierto para seguir “tejiendo diálogos” como reza su eslogan.
