• lunes 08 de octubre de 2012 - 12:00 AM

Síndrome hubris (1)

SÍNDROME HUBRIS (1). "El poder afecta de una manera cierta y definida a todos los que lo ejercen’, escribió Ernest Hemingway, sorprendi...

SÍNDROME HUBRIS (1)

"El poder afecta de una manera cierta y definida a todos los que lo ejercen’, escribió Ernest Hemingway, sorprendido de que tantas personas perdieran el contacto con la realidad tras alcanzar un puesto de autoridad.

Como si estuvieran incubando una enfermedad, sufrían curiosos síntomas, que iban desde la necesidad de recibir halagos, hasta la sensación de sentirse elegidos para llevar a cabo una misión trascendental y acabar sintiéndose por encima del bien y del mal.

La palabra hubris o hybris de origen griego, significa orgullo, presunción o arrogancia. Es el ego desmedido, es el creerse superior a los mortales, la sensación de poseer dones especiales, que le hacen a uno capaz de enfrentarse a los mismos dioses.

Este problema no está caracterizado como enfermedad ... sin embargo, leyendo una revista de Historia (QUO.es), comparto con mis lectores lo que he podido aprender sobre este mal que afecta, fundamentalmente, a quienes ejercen el poder.

‘... Si realmente el poder es una enfermedad, ¿qué agente infeccioso la causa? El hubris. La mitología está plagada de personajes que son víctimas de su soberbia, como Aquiles, que encolerizó a los dioses al desobedecer su prohibición de ultrajar el cadáver de Héctor; e Ícaro, quien gracias a unas alas fabricadas con plumas y cera creyó que podía volar tan alto como los dioses y llegar al Olimpo. Pero la arrogancia de ambos fue castigada. Aquiles murió a manos de Paris, el hermano de Héctor; y el sol derritió la cera de las alas de Ícaro, de modo que el altivo joven cayó al mar, en cuyas aguas desapareció para siempre’.

¿Por qué tras el subidón del hubris siempre viene la némesis?, que es como los griegos llamaban a la desgracia con la que los dioses castigaban la arrogancia de ciertos humanos.

‘El hubris era un concepto moral, pero los atenienses acabaron incorporándolo a su código legal, lo que le dio un matiz más práctico (que es el que aquí nos interesa) y lo definieron, tal y como lo explicó el historiador Enrique Suárez Retuerta: ‘La violencia ebria que los poderosos ejercían contra los débiles y la arrogancia grosera de quienes ostentan el poder’.

Pero, aunque el hubris se resista a subírsele a la cabeza al gobernante de turno, no pasa nada, porque ahí están los aduladores para darle el empujoncito necesario. Y es que, como escribió John Locke: ‘La adulación es un vicio horrendo que empobrece al que lo recibe, aunque le haga creerse un dios’.

* CONSTITUCIONALISTA Y CATEDRÁTICO UNIVERSITARIO

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