• martes 15 de octubre de 2024 - 1:45 PM

¿Qué está pasando en Santa Fe de Veraguas?

Es necesario romper con el círculo de la violencia

En 2018, una noticia aparecida en los medios de comunicación dejó conmocionada a toda la sociedad panameña. En fuertes encabezados, algunos titulares como “El Monstruo de Santa Fe” daban cuenta de un hombre de 43 años que había violado a sus cinco hijas, tres hermanas, algunas vecinas y hasta había practicado la zoofilia con ciertos animales.

Luego de este aberrante hecho, la comunidad de Santa Fe (Veraguas) ha sido testigo de otros abusos sexuales de padres hacia sus hijas de manera más reciente.

Existen varias hipótesis sobre este tipo de comportamiento que a veces se cruzan entre si dando como resultado indicadores híbridos como lo es por ejemplo el dispendio desproporcionado de alcohol artesanal que ha dado como resultados riñas y muertes entre los consumidores de las mismas.

El alcohol artesanal (chirrisco, guarapo, chicha bruja etc..) y la combinación de los mismos hacen que salgan a flotes niveles de frustraciones del inconsciente que toman cuerpo en escenas de irrespeto y violencia extrema.

De acuerdo a un reportaje hecho en 2018 sobre el caso del monstruo de Santa Fe, muchas de las víctimas de aquel violador en serie tenían miedo de poner las denuncias por temas relacionados con el machismo, es decir el hecho de que un hombre se “reafirma como tal” si comete actos libidinosos.

En apartadas comunidades donde se dan estos hechos, los propios familiares son los protagonistas de estos ya que en su infancia el niño presenció escenas en la cual mujeres y hasta varones eran abusados por mayores. Este refuerza la teoría de que el violador “no nace sino que se hace”.

Los propios padres se hacen de la vista gorda y prefieren mirar para otro lado, pues al parecer resulta “normal” este tipo de acto y no se mira como enfermedad o monstruosidad, situación que nos lleva a reflexionar como sociedad sobre lo que ocurre en estos lugares.Si bien es cierto, compartimos un sistema de valores que se inculca en la familia y luego en la escuela.

Pero cuando en la familia se ponen en práctica anti valores, es difícil cuando pasa el tiempo que la escuela pueda enderezar el camino de un violador en potencia. Existen algunas explicaciones de carácter “racista” que atribuyen estos comportamientos al hecho de ser “indios” más no civilizados a ciertas poblaciones o comarcas indígenas.

Un medio televisivo hasta presentó unas “encuestas” por comarca donde se acentuaban los casos de menores abusadas sexualmente por sus padres. No obstante, hay que resaltar que los niveles de educación y formación espiritual han influido mucho para que ciertos tipos de prácticas en lugar de acentuarse vayan desapareciendo.

En la cultura Ngäbe por ejemplo, hasta hace algunos años atrás, la poligamia era legal, no obstante con el acelerado proceso de toma de conciencia de género, hoy día la práctica ha ido despareciendo paulatinamente.

Muchas mujeres de la cultura Ngäbe-Buglé prefieren el matrimonio monogámico y rechazan los rituales donde se ensalza la violencia, pues han aprendido que no toda práctica cultural es necesariamente beneficiosa.

En las comunidades apartadas donde ocurren con frecuencia actos de violación sexual es necesario romper con el círculo de la violencia dando asistencia de todo tipo.

Los maestros y profesores que dictan clases en esas zonas deben ser instruidos sobre este problema para que sepan detectar a tiempo en sus alumnos(as) algún tipo de conducta o síntoma que presenten los niños.

Las instituciones del Estado a las que les compete el tema de educación y familia deben estar de manera más constante y no esperar para que ocurra un hecho lamentable como lo que estamos presenciado en los medios de comunicación de manera tan repetitiva en Santa Fe de Veraguas.

Docente

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