
- jueves 10 de julio de 2025 - 12:00 AM
En cada salón de clases panameño, desde Darién hasta Bocas del Toro, hay una realidad que muchas veces se ignora y es que no todos los estudiantes aprenden de la misma forma. Mientras algunos captan rápido escuchando, otros necesitan ver, leer o hacer. Y no, eso no los hace más o menos inteligentes, simplemente tienen formas distintas de entender el mundo.
La verdad es que cada cabeza es un mundo, y como docentes, padres o profesionales, tenemos que reconocer que educar no es repetir contenido, sino encontrar la manera de conectar con cada estudiante. ¿Cómo? Entendiendo los tipos de aprendizaje. Hay estudiantes visuales, auditivos, kinestésicos, sociales, solitarios... y muchos tienen una combinación de varios. Si usamos métodos variados videos, juegos, lectura, diálogo, trabajo práctico el mensaje llega más lejos.
Aquí en Panamá, todavía hay mucho por hacer en ese sentido. La formación docente debe actualizarse, y no solo en teoría. Los maestros y profesores necesitan herramientas reales para identificar y atender esos diferentes estilos en el aula. Además, las autoridades educativas deben dejar de exigir resultados iguales para todos, cuando el punto de partida no es el mismo.
No se trata de complicar la enseñanza, se trata de hacerla más humana y efectiva. Porque al final del día, lo que realmente importa es que los estudiantes aprendan, no que repitan como loros lo que se les da. Si un joven entiende mejor moviéndose, dramatizando, haciendo mapas mentales o hablando en grupo, ¿por qué forzarlo a solo copiar del libro?
La educación en Panamá tiene que avanzar, pero para eso necesitamos aceptar una verdad simple: no todos entienden igual, y eso importa. Solo así lograremos que más niños, jóvenes y adultos se enamoren del aprendizaje y encuentren su propio camino al éxito.