• viernes 25 de julio de 2025 - 12:00 AM

Mal mensaje

Ante la ausencia del respeto, se produce la intolerancia. La delgada línea que divide la paciencia y la dignidad varía en cada sujeto, dependiendo de las circunstancias de cada quién. Para nadie es un secreto que la política requiere de algunas habilidades que facultan la sutileza y la persuasión, como métodos empleados para la resolución de conflictos y concertación de consensos.

El mensaje de intolerancia enviado desde la cabeza del órgano Ejecutivo supone un ejemplo en el estilo de gobernanza para el resto de las instancias gubernamentales, bajo el paraguas del Estado.

No es un tema de tener carácter fuerte, sino de tolerancia y comprensión. Entender que donde termina el derecho de uno, comienza el derecho de otro ser humano, es parte de una ecuación fundamental a la hora de regir los destinos de una sociedad con notables carencias de desarrollo humano.

Solo basta con hacer un breve análisis de la opinión pública vertida, tanto en las redes sociales como en entornos de interacción personal, para comprender las formas del pensamiento colectivo, a raíz de un mismo hecho. La evidente polarización de la sociedad panameña denota los bajos niveles de tolerancia y una agresividad inusual en una población históricamente pacífica.

Es importante el mensaje que transmite la cabeza del Ejecutivo y como lo entiende el resto de los integrantes de los tres órganos del Estado y demás instancias gubernamentales. En Panamá existe el termino ‘rofeo’, empleado para referirse al hecho de provocar a otros con palabras ofensivas y gestos agresivos para medir autoridad, valor o fuerza.

El lamentable suceso de violencia y agresión física suscitado esta semana en la Asamblea Nacional, no hace otra cosa que describir el difícil momento que atraviesa el país en cuanto a la intolerancia y al irrespeto por la opinión ajena.

Tampoco se trata de imitar mal el sutil arte del sarcasmo. Nada justifica la violencia, pero tampoco la incitación. Felicitar a alguien por el día del perro o decirle pato, resulta alevoso y provocativo.

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