Herramienta utilizada muchas veces por nuestra sabiduría intrínseca, la música es un poderoso instrumento regulador de los estados anímicos y emocionales.
Cuántas veces no elevamos nuestro estado de ánimo al escuchar música alegre y mover el cuerpo. La música tiene la facultad de subirnos la energía hasta producir el impulso movilizador de nuestro cuerpo, causando placer y dopamina.
Otras veces, queremos calmar nuestro ruido mental y lograr concentración para realizar una tarea que requiera de nosotros concentración y buscamos acordes musicales que nos bajen el exceso de energía y nos den la mesura para ejecutar una tarea.
En ocasiones nos sentimos nostálgicos, dolidos o enojados y encontramos un complemento auditivo musical que nos permite procesar nuestra emoción hasta encontrar alivio.
Escuchamos una canción y de inmediato recordamos un lugar, período, persona o emoción, todo esto nos produce la música
Existe una relación directa ancestral entre ella y las emociones, que a veces son difíciles de verbalizar.
La musicoterapia utiliza la música como terapia alternativa para tratar estados anímicos, emocionales y cognitivos mediante sus elementos constitutivos, como son el ritmo, la melodía y la armonía.
Además de utilizarse desde tiempos antiguos la música como regulador emocional, en el Reino Unido se estudió con mucho éxito, y en 1966 un psiquiatra argentino llamado Rolando O. Berenzon fundó la carrera de Musicoterapia en Buenos Aires.
En una oportunidad participé en un taller con una profesional argentina y la experiencia fue de impacto y no es hasta ahora que veo otro tipo de potencialización en la relación entre persona y emociones, es un mundo fascinante.