• martes 06 de agosto de 2024 - 12:30 PM

La injusticia de calificar a alguien por su dificultad para hablar en público

Llamar “bruto” a alguien porque tiene dificultades para hablar en público es más vergonzoso que la dificultad misma.

En nuestra sociedad, la capacidad de hablar en público es frecuentemente vista como una medida de inteligencia y competencia. Sin embargo, es profundamente injusto y vergonzoso juzgar a alguien negativamente, e incluso llamarlo “bruto”, simplemente porque no puede expresarse de manera fluida ante una audiencia.

Esta actitud es especialmente dañina cuando proviene de profesores, quienes tienen la responsabilidad de educar y apoyar a sus estudiantes y da mucha más vergüenza cuando lo dicen en público.

Existen numerosos factores que pueden afectar la capacidad de una persona para hablar en público. El miedo escénico, conocido también como glosofobia, es uno de los más comunes. Esta ansiedad puede ser tan intensa que paraliza a la persona, sin importar cuán bien conozca el tema.

Las experiencias pasadas negativas, como haber sido criticado o ridiculizado en anteriores presentaciones, también pueden dejar una marca profunda que dificulta futuras oportunidades de hablar en público.

Otro factor es la inseguridad sobre el contenido. Incluso las personas bien preparadas pueden dudar de su capacidad para comunicar efectivamente sus ideas. La falta de preparación o el no haber ensayado lo suficiente también contribuyen a este problema, al igual que los problemas de autoestima. La baja confianza en uno mismo puede ser devastadora en cualquier contexto, y más aún cuando se trata de hablar frente a una audiencia.

El miedo al juicio o al rechazo es otro obstáculo significativo. La preocupación sobre cómo la audiencia percibirá el discurso puede llevar a una parálisis mental. La falta de empatía, tanto del orador hacia la audiencia como de la audiencia hacia el orador, puede complicar aún más la situación. Las condiciones físicas, como problemas de voz o salud, y los factores ambientales, como un entorno desconocido o incómodo, también juegan un papel importante.

Finalmente, la presión social o profesional puede ser abrumadora. La expectativa de rendir a un alto nivel en una presentación puede intimidar incluso a los más experimentados.

Es fundamental entender que estos factores no reflejan la inteligencia o el valor de una persona. La capacidad de hablar en público es una habilidad que se puede desarrollar con el tiempo y la práctica. En lugar de criticar, debemos ofrecer apoyo y empatía. Los profesores, en particular, deben ser conscientes del impacto que sus palabras pueden tener en la autoestima y el desarrollo de sus estudiantes.

Llamar “bruto” a alguien porque tiene dificultades para hablar en público es más vergonzoso que la dificultad misma. Es una muestra de falta de comprensión y de empatía. Como educadores y miembros de la sociedad, tenemos la responsabilidad de fomentar un ambiente de apoyo y respeto, donde cada individuo tenga la oportunidad de crecer y mejorar sus habilidades sin temor al juicio o la burla.

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