Los nuevos carriles viales para el área oeste de Panamá representan una gota de esperanza en medio del mar de incertidumbres que rodea a todos los habitantes de la última provincia creada en el mapa nacional. Peripecias y toda clase de incomodidades hacen miserable el diario vivir de cientos de miles de panameños y panameñas que tienen la necesidad de trasladarse a la ciudad capital todos los días para ganarse el sustento, frente a la más ruin e insensible práctica por parte del pasado gobierno.
La decisión de cambiar el diseño del Cuarto Puente para reemplazar los rieles de la Línea 3 por un túnel debajo del Canal de Panamá, no solo resultó una idea absurda, sino que hizo inviable la construcción del puente, además de dejar incompleta la obra del Metro de Panamá Oeste, ya que, por lo pronto, solo podrá terminarse hasta Howard, dejando en medio trayecto a cientos de miles de usuarios que tendrán que lidiar con el cuello de botella en el Puente de Las Américas.
No se trata solo de la pérdida millonaria al dañar la viabilidad de ambas obras (Cuarto Puente y Línea 3 del Metro) sino del perjuicio causado a la productividad, salud y calidad de vida de los habitantes de Panamá Oeste y del resto del país que deben transitar por las colapsadas y peligrosas vías que intercomunican la ciudad capital con el resto de las provincias.
Igualmente, se deben cuantificar las enormes pérdidas y afectaciones económicas en el desarrollo nacional en cuanto a lo productivo, así como en el comercio, transporte, competitividad y sector inmobiliario, entre otras actividades que resultan perjudicadas por decisiones inconvenientes que han causado un impacto negativo para Panamá.
No cabe duda que, si en este país existe un mínimo de justicia, pronto se debería ver el desfile de exautoridades explicando dentro de otro contexto, esta vez sin el control del poder político y judicial, todos aquellos despropósitos que llevaron a tomar estas malintencionadas acciones.
