Se fue julio, con intensas lluvias y sol ardiente tocando montañas y ríos. La tierra también habla, marcando la conexión entre la naturaleza y nuestras decisiones humanas. Nos invita a reflexionar internamente y sobre nuestro entorno. Nos recuerda que, cuando los distintos actores del país se unen, lo que parecía imposible se vuelve realidad.
Como dijo el General Omar Torrijos Herrera: “Nuestra causa es la dignidad de este pueblo”; y esa dignidad se construye con unidad, voluntad compartida y respeto a nuestras diferencias.
A 44 años de su partida física, Torrijos sigue marcando el alma de la patria; por su liderazgo político, encarnando el espíritu de soberanía y justicia social que hoy se mantiene vigente.
El siglo XXI no es el tiempo que él conoció; hoy las luchas no sólo se libran en las calles, sino en redes, medios y decisiones económicas. La soberanía, que parecía conquistada, se muestra frágil ante una administración norteamericana que aún nos ve como “su patio trasero”.
El gran reto como sociedad es: ¿cómo lograr que los jóvenes no olviden?
Algunos dicen: enseñando con el ejemplo, no con nostalgia vacía, sino con acciones concretas, proyectos colectivos, con la verdad de la historia y la fuerza del presente. Que comprendan que la soberanía no es un tema viejo, sino el derecho cotidiano a decidir sobre nuestras tierras, nuestro Canal, el agua, la educación, la salud y la vida.
Además de tener la razón, hay que saber unirnos. Las voces divididas se ahogan, las unidas resuenan en la historia. Cuando hay articulación permanente, el cambio deja de ser una utopía y se vuelve realidad. Es por eso, que la sociedad exige de nuestro colectivo, un PRD que aprende de sus errores; que actúe con coherencia, que comprenda el momento que vivimos.
Es necesario un reencuentro entre todos los sectores que estén dispuestos a reorganizar el partido para seguir jugando el papel transformador en la sociedad panameña. Porque los hombres y las mujeres somos transitorios, pero la institucionalidad es permanente.
La unidad no exige pensar igual, es caminar juntos hacia un objetivo común.