- miércoles 16 de julio de 2025 - 12:00 AM
Falta de liderazgo ante la crisis
Los dos meses de desajustes, zozobra y desequilibrio social a los que fue sometido nuestro pueblo han dejado, en vías de análisis, una serie de enseñanzas que todos debemos incorporar a nuestras vidas, con independencia de la posición que ocupemos en la sociedad. Y eso es así porque la crisis nos ha afectado a todos, y cuando digo todos, es a todos: empezando por nuestra clase trabajadora, los estudiantes, los propios educadores, el gobierno nacional y el presidente, los gremios sindicales y docentes, los dirigentes, la economía nacional, pero sobre todo, el futuro del país. Por eso, es inaceptable el atrevimiento de algunos personajes al decir que “ganó el país, ganó la democracia, derrotamos a los que querían incendiar el país y derrocar al gobierno”. Nada más trasnochado, y denota un trastocado triunfalismo.
Una de las aristas conclusivas —y que es el objeto principal de esta línea de análisis— es lo relativo a la ubicación de los elementos constitutivos de la crisis y la forma como se abordaron socialmente.
La situación del país, sin incluir el tema de la ley de la Caja de Seguro Social, ya era explosiva por el nivel de acumulación de insatisfacciones y postergaciones a soluciones mínimas. Y si a esto le sumamos el tema de la seguridad social, el pésimo manejo político gubernamental, el descontrol en el uso de la fuerza represiva, los discursos incendiarios desde Palacio, la parcialización mediática de los medios de comunicación y grandes plataformas televisivas, entonces había todas las condiciones objetivas para que se diera un golpe de timón a todos esos problemas y se reivindicaran los mismos a favor de la población.
Discrepo con la conclusión de algunos —entre ellos, lo expuesto por el ex contralor de la república Chen Barría— que le atribuyen la crisis a un error de la izquierda y de los movimientos sociales, basado en la equivocación sobre el papel que iba a jugar el Ejecutivo. No fue ningún error de cálculo ni estratégico de lo que se denomina la izquierda panameña. El tema es que la crisis la orientó primordialmente la misma dirigencia (sindical, docente y originaria), que tradicionalmente está diseñada para el manejo de crisis sectoriales, pero no para crisis nacionales. Y si a esto le sumamos el desgaste social, de credibilidad y de imagen ante la población de esos dirigentes, unido a una feroz campaña mediática de descrédito con apoyo oficial, y la insana práctica de la judicialización de las protestas, dieron como resultado lo que ya conocemos.
A mi juicio, la ausencia de un liderazgo popular distinto y emergente, carismático, comprometido con los intereses de toda la población y no de una parte, con un discurso inclusivo y con capacidad de lucha y de negociación, dio como resultado lo que tenemos: una dirigencia magisterial que llevó al borde a los gremios, una estructura sindical colapsada, urgida de renovación, retroceso organizativo... En fin, perdió en el fondo el pueblo en todo.
Analista y consultor político