• domingo 06 de octubre de 2024 - 11:00 AM

Domingo poético y de inspiración

Entré por el jardín y pasé sin llamar la atención

Y de nuevo la poeta Doris Jurado nos regala un laberinto de palabras para relatarnos trazos sobre el cuadro de La Última Cena de Salvador Dalí. Recuerden que la pintura emblemática de este escenario espiritual se remonta a la época dorada de Florencia, Italia, a finales del siglo XV cuando el extraordinario Leonardo Da Vinci nos regaló esa genialidad. Lo de Dalí se remonta a mediados del siglo pasado. Analicen con calma y me dicen quiénes son los principales actores de esta inspiración de Doris Jurado a la que llamó... El desprecio.

“Entré por el jardín y pasé sin llamar la atención. Unos jóvenes rodeaban al vendedor de paletas y no notaron mi presencia. El portón de hierro estaba abierto. El cielo estaba despejado y no había presagio de que esa tarde llovería como el día anterior

Pasé por el pasillo principal. Estaba como siempre con jarrones llenos de flores de ese jardín qué tanto me gusta.

Vi la sala con sus tapetes tejidos y obras hermosas de pintores. Se destacaba un cuadro familiar y allí estaba pintada Bella, mi princesa. Seguí de largo y entré al amplio comedor de la casona, miré las cacerolas vacías; no vi nada para mí. Es mi lugar preferido por sus aromas y porque allí encuentro siempre a Bella.

Observé, como siempre, el cuadro de la Santa Cena que colgaba frente al comedor. Se lo compraron a Manuel, el joven vendedor español ambulante que siempre vendía novedades de su tierra. Confieso que algunas veces los celos me carcomían porque mi princesa le presta toda su atención.

Me acerqué a Bella quien estaba en el fregador lavando la vajilla. Tenía el vestido color rosa que tanto me gusta. Su pequeña cintura estaba ceñida por el delantal que bordó la abuela tiempo atrás. Es toda una reliquia. La blusa deja asomar sus pechos turgentes.

Me acerqué a su cuello para gozar la delicia de un beso y, ella, moviendo su mano, me rechazó rotundamente. Me alejé algo molesto, pero traté de acariciar su rubia cabellera recogida en bucles que formaban un ramillete perfumado con la colonia que tanto me gusta.

Nuevamente sentí su rechazo, pero esta vez no me volvería a despreciar pues fui directo a sus labios carmesí para robarle un beso. No logré mi cometido puesto que el vil matamoscas acabó con mi vida.” Hasta aquí la inspiración de la poeta enamorada Doris Jurado. Les deseo un feliz Día del Señor.

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