Corrupción y niños ahogados

  • martes 04 de noviembre de 2025 - 12:00 AM

El lunes 27 de octubre, día en que se conmemora el Día del Estudiante en nuestro país, perdieron la vida 2 estudiantes: Kimberlin Santo y Melanine Ábrego, de 5 y 8 años respectivamente, cuando venían de regreso de su escuela, en la comunidad de Cascabel, distrito de Mironó, comarca Ngäbe-Buglé, por falta de puentes en su comunidad. Ellas fueron arrastradas por cabezas de agua en la quebrada Pita, la que tenían que atravesar para llegar a sus casas. Con ellas serían 6 personas las que pierden la vida en la comarca, en iguales circunstancias, en lo que va del año.

5 días antes, la Fundación para el Desarrollo Económico y Social (FUDESPA) y Jóvenes Unidos por la Educación habían presentado a la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional un Informe titulado: “Educación Mortal: Crisis Sistemática de Ahogamientos en la Comarca Ngäbe-Buglé”, el cual advierte que, en los últimos 25 años, entre 55 y 70 personas, fundamentalmente infantes, habían perecido al pretender cruzar ríos para asistir a sus escuelas.

Resulta que los zarzos o puentes peatonales no tiene prioridad en el tercer país más desigual de Latinoamérica y, mucho menos, si se trata de territorios comarcales, donde la pobreza azota con mayor fuerza.

Justo al día siguiente de este hecho fatídico, la Comisión de Gobierno de la Asamblea había rechazado en primer debate los proyectos de ley 291 y 292 presentados por el Procurador General de la Nación para combatir la corrupción en el sector público. Tanto los diputados que rechazaron estos proyectos como el Presidente de la República manifestaron que la corrupción “no necesita más leyes”.

¿Cuántos puentes peatonales se pudieron construir de no haber existido corrupción ni impunidad? ¿O cuántos se pueden levantar con el dinero que se destinará a obras fastuosas como la restauración de la villa diplomática o de la Casa Amarilla?

Frente a la pérdida de vida de las niñas, Monseñor José Luis Lacunza, en mensaje al pleno de la Asamblea, señaló: “Fueron arrastradas por las caudalosas aguas de la indiferencia nacional y la corrupción de gobiernos presentes y pasados. Su futuro se ahogó cuando el dinero llenó bolsillos en lugar de construir puentes y caminos para una población que confió su voto a administradores incapaces de mirar más allá de su avaricia”.

Resulta que los zarzos o puentes peatonales no tiene prioridad en el tercer país más desigual de Latinoamérica y, mucho menos, si se trata de territorios comarcales, donde la pobreza azota con mayor fuerza.