Los primeros golpes se sintieron directamente en el presupuesto de la Universidad de Panamá, la casa de estudios Octavio Méndez Pereira. Fueron impactos certeros, y así lo expresaron en su momento: los sintieron en el estómago los propios estudiantes, cuando se retrasó el chenchén para la compra de insumos en las cafeterías. ¿Se compran hoy los alimentos que se sirven mañana? Eso no está claro, pero fue lo que se dio a conocer a la comunidad universitaria.
Los inspectores de la Contraloría ya se habían retirado del campus, donde venían laborando, para trasladarse a otros destinos, por instrucciones del jefe. Así marchaban las cosas: tropezando y levantándose. Pero los golpes continuaron.
Las partes acordaron instalar otro ring, esta vez para analizar la situación con más calma. El escenario cambió, pero los actores también. Ahora entran a la arena otros gladiadores: catedráticos curtidos en estas batallas, con lecciones aprendidas del pasado. Algunos fueron parte del círculo cero de Gustavo García de Paredes y, cuando este perdió sus poderes, buscaron nuevos aliados y encontraron cobijo en la Colina del mando.
Ocurre en Panamá como en otros países: al estilo “rey muerto, rey puesto”. Algunos —no todos— siempre están rondando el anillo de las decisiones. Permanecen, aunque cambien los rostros del poder.
Ojalá que estos nuevos protagonistas encuentren un camino sin piedras. Y que los universitarios de a pie no paguen los platos rotos de decisiones tomadas por quienes tienen el deber de velar por el buen funcionamiento de la Universidad.