• miércoles 22 de febrero de 2012 - 12:00 AM

Carnaval: procacidad, intemperancia, desvergüenza y descocados

Indudablemente, los Carnavales de antaño eran elegantes y de buen gusto para propios y extraños, en los cuales participaban todas las ca...

Indudablemente, los Carnavales de antaño eran elegantes y de buen gusto para propios y extraños, en los cuales participaban todas las capas sociales, hoy por hoy el Carnaval se ha convertido en un desenfreno sin control donde prevalece la vulgaridad, la imprudencia, la lujuria y la sodomía.

Es lamentable que lo único que toma en serio el pueblo es el Carnaval (expresión ‘lapidaria’) más que las fiestas de Navidad. Es importante señalar que el reconocido filósofo del cristianismo, Séneca, hablaba de la maledicencia, por ello predicaba sobre el freno de las grandes pasiones y del humillante mundo de la perdición, el pecado y las acciones perniciosas.

También se pronunció el ‘Rey de reyes’ contra los sepulcros blanqueados ‘hipócritas’ que lejos de la vida del pecado se daban golpes de pecho hablando de austeridad, oración y reflexión. Luego de los actos pecaminosos entran tratando de buscar salvación a un periodo de Cuaresma, para liberar de su cuerpo los pecados cometidos en la farsa. Estos son los hipócritas con rostros falsos.

Consideramos que nuestras autoridades no deben brindar tanto dinero ni recursos a las fiestas de Momo, el dios del vicio, la inmoralidad y la muerte. ¿Cómo es posible que se destinen millones de dólares para la junta del Carnaval, cuando ese dinero se necesita con urgencia para fines humanitarios, fondos estos que pueden salvar vidas en vez de destruirlas con las fiestas de la carne.

Indudablemente que el gobierno que elimine los Carnavales se cae. En estas fiestas se despilfarra el dinero contratando a artistas foráneos en detrimento de los del patio, que deben ser los primeros en obtener beneficios de la millonada que se destina para estas fiestas decadentes y perniciosas y que se convierten en el sendero que sigue la juventud para adentrarse en la perdición, el vicio y la lujuria. Estas actitudes negativas y de fatales consecuencias se deben, más que todo, al licor y a las drogas, con cuyo uso se despojan de las inhibiciones que en ocasiones normales no los arrastraría a esta vorágine diabólica.

Condenamos las llamadas fiestas de Momo, las de ahora, porque las mismas traen consigo toda una gama de desgraciadas situaciones en contra, principalmente, de nuestra juventud, además de las repercusiones irreversibles en los hogares panameños.

Increíble que después de las fiestas de la farsa, el pueblo celebra hipócritamente la Cuaresma, que es la época de guardar y reflexionar. ¡Válgame Dios!, como dice el pensador de América: ‘La libertad es el derecho que tiene todo hombre a ser honrado y a pensar y a hablar sin hipocresía’. José Martí

EL AUTOR ES PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.