• miércoles 20 de agosto de 2025 - 12:00 AM

Bolivia retoma el poder de la derecha

Los resultados electorales del domingo pasado en Bolivia fueron la crónica de una derrota anunciada, parafraseando al gran Gabo. Se veía venir. Desde hace casi dos años, el gobierno de Luis Arce comenzó a recibir ataques no solo de Camacho, Quiroga, Meza y los seguidores de Jeanine Áñez, sino de miembros del MAS e incluso del propio Evo Morales. El fraccionamiento entre el Gobierno y la izquierda era evidente y aumentaba con los días. La derecha supo aprovechar esa crisis política y económica para fortalecerse y capitalizar el descontento.

El 26 de junio de 2024, un grupo de militares encabezados por el comandante del Ejército, Juan José Zúñiga, intentó tomar el Palacio Quemado en un golpe de Estado. El movimiento fue sofocado en 48 horas, seguido de arrestos y purgas en las Fuerzas Armadas. Sin embargo, tanto el presidente del Congreso, Andrónico Rodríguez, como Evo Morales calificaron el hecho como un “autogolpe”, coincidiendo con la narrativa opositora. Luego, ante el anuncio de Evo de postularse a las elecciones de agosto, tanto la derecha como el propio gobierno iniciaron acciones para impedirlo. El Tribunal Constitucional lo inhabilitó, desatando la fase más peligrosa del enfrentamiento.

Desde entonces, los seguidores de Morales realizaron protestas, cierres de calles y bloqueos en La Paz y el centro del país, exigiendo la renuncia de Arce. Estas manifestaciones coincidieron con reclamos de comerciantes y sectores económicos afectados por la escasez de combustibles, el desempleo y la falta de dólares. En medio de la crisis, Evo renunció al MAS y se quedó sin partido, lo que sepultó sus aspiraciones presidenciales.

Así, el 17 de agosto más de 7 millones de bolivianos acudieron a las urnas. Evo pidió abstención. Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano, obtuvo el 32 %, seguido de Jorge “Tuto” Quiroga con 27 %. Ambos irán a segunda vuelta el 19 de octubre. La izquierda quedó relegada: el candidato del gobierno en tercer lugar y el de Evo en cuarto. Una vez más, quedó demostrado que en política es más fácil perder el poder que alcanzarlo. La derecha renace en Bolivia con ambiciones regionales.