Reflexiones del sacerdote Juan Sandoval, vicario de San Miguelito y Chilibre de la Iglesia Católica. Pleno de la Asamblea Nacional. Pty, 1/7/25.
La realidad social de Panamá está marcada por el descontento, la desconfianza, el dolor de un pueblo que clama por justicia, equidad y dignidad, sostiene Sandoval. “Estos son signos que no deben ser ignorados. Nos interpelan a todos, pero especialmente a quienes han recibido del pueblo el mandato de legislar, gobernar y administrar justicia: los tres poderes del Estado. Primero, a los honorables diputados, este es un momento para renovar el compromiso con el pueblo que los ha elegido. Olvídense de lo demás. La Asamblea Legislativa es el espacio donde la voz del pueblo debe transformarse en leyes que promuevan la vida digna, la justicia social, la educación, la salud y la equidad.
Les corresponde a todos ser guardianes de la democracia y custodios de la voluntad popular, no servidores de intereses particulares. En segundo lugar, a quienes ejercen el Poder Ejecutivo se les ha confiado la misión de gobernar para todos, especialmente para los más pobres. No se trata sólo de administrar recursos, sino de promover el bien común, combatir la corrupción y tender puentes con la ciudadanía para recuperar la confianza que se ha perdido un poco.
En tercer lugar, al Órgano Judicial le corresponde velar para que la ley se aplique con imparcialidad y con firmeza. No puede haber paz social si no hay justicia. Un poder judicial libre, transparente y firme es indispensable para garantizar los derechos humanos y el respeto a la Constitución. La democracia no se vive solo en las elecciones, sino en la vida diaria, en la participación consciente, en el respeto por las instituciones, en el cuidado del otro y en el ejercicio responsable de nuestros deberes. La Constitución Nacional no es letra muerta, queridos ciudadanos, sino el pacto vivo que sostiene nuestra convivencia como nación.
Ella establece los pilares de nuestro sistema democrático, el respeto y la separación de los tres poderes. Cuando un poder invade a otro, cuando se menosprecian, se satanizan o cuando se politizan indebidamente, el país entero se desestabiliza. No podemos satanizar los poderes de una nación.
Es tiempo de reconstruir la institucionalidad con respeto mutuo, con diálogo, con verdadero sentido de patria.
Que no sea el poder ni el interés el que nos mueva, sino el amor al pueblo. Ámense unos a otros y no ármense unos contra otros”.