El 27 de enero de 2011, en esta página, publicamos un artículo bajo el mismo título. El cual se desarrollaba así
“Agua, bendito legado divino. Dios nos hace nacer en un país prodigioso, con grandes potenciales, donde dos océanos bordean nuestro Norte y Sur; también nos regala abundante agua dulce a través de ríos, quebradas, pozos, lagos y lluvia. Quizás la principal razón por la cual no hemos aprendido a valorar el vital líquido.”
”Este mensaje aún no lo sabemos interpretar y se juega al -hoy no, mañana si-. El mañana nunca llegará. Nuestras autoridades, independientemente del esfuerzo que dicen hacer por restablecer del todo el suministro de agua potable, parece una solución inalcanzable.”
“Pareciera, les preocupa bastante poco, posiblemente con el propósito de acostumbrarnos a comprar agua embotellada, para que quienes se dediquen a estos negocios salgan millonarios”.
Ese artículo de hace 14 años, viene como anillo al dedo con relación a la situación actual, principalmente en Azuero, prácticamente en abandono, pero la Capital no escapa al mal servicio.
Es obligatorio conocer si el agua embotellada cumple con los niveles de calidad requeridos, si contienen flúor, salubridad, depósitos y tiempo de espiración, en cada botella. Al parecer a los gobiernos les ha preocupado poco la salud de la población.
Comunidades enteras están huérfanas del servicio de agua potable, hay desperdicios (roturas), por doquier y el silencio cómplice del IDAAN, aún cuando esporádicamente se ven cuadrillas (se presume son contratistas particulares) haciendo los correctivos.
“La población está ávida de una respuesta seria, objetiva, diáfana y creíble. Lo cierto es que a falta de solución efectiva surge suspicacia o sospechas razonables que se quiere mantener a la población sin agua potable... porque ello permite que algunos negocios de agua embotellada sigan teniendo excelentes ganancias...”
Hace años se viene escuchando el interés de quienes gobiernan por privatizar el IDAAN, recordemos que ese siempre es el norte de quienes gobiernan, pero la población siempre ha impedido tal atrocidad. Dios te salve, Panamá.
