La Organización de las Naciones Unidas (ONU) cumple este 24 de octubre, 80 años de funcionamiento, constituida al concluir la Segunda Guerra Mundial con la finalidad de mantener la paz y la seguridad internacionales y promover los derechos humanos y la cooperación internacional, tal como se plasma en su Carta fundacional, firmada el 26 de junio de 1945. 193 Estados tienen membresía plena y 2 son observadores permanentes.
Durante su existencia se han aprobado tanto la Declaración de los Derechos Humanos como más de 70 convenios que la desarrollan, así como tratados internacionales como lo son los Convenios de Ginebra y el de No Proliferación de Armas Nucleares. Se han impulsado procesos de descolonización; y, a través de sus organismos especializados, se ha contribuido al desarrollo sostenible, a las asistencias humanitarias y respuestas a situaciones de emergencia, a la promoción de altos estándares en materia de salud y trabajo.
Sin embargo, su estructuración respondió a los intereses de las grandes potencias triunfantes en la guerra, como lo fueron Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la URSS (hoy Federación Rusa), quienes ocupan un asiento permanente, junto con China, en el Consejo de Seguridad (CS), contando con el derecho al veto en el mismo y pudiendo así paralizar cualquier decisión que pudieran adoptar sus 15 miembros. Este Consejo, es el que puede tomar medidas concretas en pro de la paz y la seguridad, ya sea de carácter coercitivo o militares, y también es el que recomienda la designación del Secretario General y el ingreso de nuevos miembros, a la Asamblea General (AG).
Importantes regiones como América Latina y África quedan excluidas de los asientos permanente en el CS. Lo mismo que esta entidad no ha impedido intervenciones militares imperialistas, ni detenido genocidios en tiempo real como el que se ha venido ejecutando en Gaza en los 2 últimos años, ni garantizado el desarme nuclear efectivo. Sus resoluciones, al igual que las de la AG, son incumplidas flagrantemente, justo por las potencias que deben velar por su acatamiento.
Es por ello que el mundo debe avanzar hacia una nueva gobernanza global, asentada sobre el multilateralismo, respeto a la autodeterminación de los pueblos e igualdad soberana de los Estados, la cooperación horizontal entre los Estados, la vigencia absoluta del derecho internacional y la sanción efectiva a los crímenes internacionales. La iniciativa de los BRICS es una luz en el horizonte.
