La pachanga frustrada

Donde hay muchas mujeres se disparan las probabilidades de pleitos
  • sábado 01 de octubre de 2016 - 12:00 AM

Donde hay muchas mujeres se disparan las probabilidades de pleitos. La cosa empezó porque a una compañera se le ocurrió sugerir que al terminar la faena se fueran juntas todas a tirar pasos. Fedra enseguida pegó el grito al cielo y vociferó que a ella la sacaran de ese bonchao, que todavía no existía en el calendario Juliano fecha para que ella le pusiera cuernos a su marido. ‘Sáquenme de esa lista, por Dios, cómo se les ocurre invitarme, yo soy mujer de un solo hombre', chilló Fedra, y por allá se oyó el murmullo: ‘cómo no, y qué con Luis'. Hubo un minuto de silencio que rompió el grito de Fedra ‘qué es lo que murmuran, lo que quieran decir me lo dicen en mi cara que yo no tengo nada que esconder y, además, no le tengo miedo a nadie ni soy como ciertas aquí que no aguantarían una auditoría de fidelidad'.

Enseguida se levantó Faviola, la tetonzona de la empresa y la más deseada por el personal de las bolsas; furiosa le dijo: ‘Mira, Fedra, de qué fidelidad hablas tú, si todos sabemos que se lo diste a Luis en el baño de caballeros, varios te vieron entrar allí justo después de que lo vieron pasar a él hacia allá, si no quieres ir a bailar no vayas, pero no te des golpes de pecho porque tú no eres mujer de un solo hombre, quizás de dos, pero de uno solo no me da la gana'. Fedra quiso articular palabras para defenderse, pero no pudo, se quedó con el gesto en la cara y luego se llevó las manos al pecho, seguidamente cayó, causando una gritería que atrajo a los colaboradores de otros departamentos. Fue Faviola la primera en reaccionar: ‘Eso es puro teatro, puro cuadro, ella no está desmayada, ahora mismo llamo al marido para que venga a buscarla, pero yo sí le voy a decir la causa del desmayo'.

Fue suficiente para que Fedra se ‘despertara', pero se levantó iracunda y tomó desprevenida a Fedra, se le hincó a la melena y la sacudió varias veces, luego intentó arañarle la cara, pero en el intento se distrajo y lo aprovechó la otra para reaccionar. Con una agilidad propia de las que saben moverse en la cama, Faviola la volteó y se le acaballó sonándola en la cara y sin darle tregua hasta que algunos compañeros las separaron a viva fuerza, no sin antes darse gusto manoseándoles los puntos más carnosos. El único que no acudió a ver la refriega fue Luis, quien se quedó clavado en su escritorio, aculillado porque Bety, la prima de su mujer, laboraba en el departamento de la rebelión y de seguro había ella escuchado todo.

Pasó el resto de la tarde meditando en si abordarla para pedirle que no le contara nada a su mujer o si quedarse como que no sabía nada. Varios compañeros le aconsejaron que hablara con ella, porque el hogar estaba en riesgo. Mientras, allá en el otro departamento, algunas le aconsejaban a Bety que no le dijera nada a la prima, y otras, las mercaderistas de secretos, le aconsejaban que le sacara un par de dólares a Luis por su silencio. En ese punto estaban cuando se acercó Fedra, y se le abalanzó a Bety diciéndole: No se te ocurra abrir la boca con la mujer de Luis, porque gracias a él tienes trabajo, malagradecida. Fue un bombazo para la pariente del quemón, la llenó de ira la lisura de Fedra y, sin meditarlo, llamó a la prima y le co ntó el revolcón de la oficina sin omitir que Luis estaba involucrado. Ahora le tocó a Fedra tirar la mano con ella. Fue un faitin corto, porque llegó un seguridad y las separó, pero media hora más tarde ninguno auxilió a Fedra en las afueras de la empresa, donde, vuelta el diablo, estaba la mujer de Luis dispuesta a cobrarse con sangre el atrevimiento de haberle goloseado su rico pito

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