Acabo de llegar a la casa, salí temprano con una lista larga de diligencias que incluían desde ir a un supermercado en Costa del Este a buscar el arroz que le gusta cocinar a la abuela de mi hijo hasta una clase de costura en Parque Lefevre, a la cual ni llegué pues me quedé haciendo diligencias por el área para que valiera la pena el tranque de 1 hora que me tocó para ni siquiera encontrar el arroz que necesitaba comprar casi que de vida o muerte.
Salí súper maquillada probando productos, por lo que me sentía bella y empoderada lo cual no me sirvió de nada pues la mayoría de las diligencias no las pude hacer pues cada oficina o local quedan lejos el uno del otro.
Imposible ir de El Cangrejo a Costa del Este luego a Parque Lefevre para ir a la Aquilino de la Guardia en plena zona bancaria y si quedaba tiempo, una vuelta para ir a hacer supermercado en el de siempre, el que me queda cerca.
No logré nada, algunas cosas más o menos pero no traje nada finiquitado y para colmo agotada tirada en cama, muerta de hambre oliendo lo que parece ser carne a la plancha con buco cebolla.
No debe ser, pero comer rico y abundante consuela a muchos y me incluyo. Me antojé y saqué una carne olvidada del congelador y unas cebollas redondas y jugosas.
¡Me voy a sacar el clavo copiando el menú del vecino!