Hijo del ‘clis'

- miércoles 23 de agosto de 2017 - 12:00 AM
Lilia aún conservaba ese vaivén de caderas con el que entretuvo más de la cuenta a muchos que por estar perdidos en sus brazos olvidaron el camino de vuelta a casa; creció en una época en la que no había ayuda gubernamental ni facilidades para el estudio, aparte de que a ella nunca le interesaron las letras, cuya carencia era demasiado notoria en su habla descuidada y marcada por esa manía de suprimirle letras a cualquier palabra para, según ella, no gastar tanta saliva. Pero la baja escolaridad no le impedía tomar grandes decisiones en momentos difíciles, y fue su instinto de mujer experimentada lo que la animó a levantar su voz para sacar de apuros a Keshmer, su nieta favorita, ahora cabizbaja y angustiada por la mirada colérica de su marido Leonel, quien con su recién nacido en brazos le preguntaba silenciosamente por qué el niño era blanco y de cabellos rubios. ‘¿No será que le trajeron otro niño?', preguntó de repente la madre de Leonel, y sugirió el padre de este que le preguntaran a la enfermera por si había un error. ‘Todo en regla', dijo secamente la profesional luego de revisar unos documentos, y Keshmer agregó que el niño venía con ella desde la sala de parto, donde, en ese momento, solo nació él; hubo un silencio insufrible tras esas palabras, una prima lejana de Leonel pidió fotografiar al neonato, pero el padre se negó rotundamente con un grito ‘que a nadie se le ocurra tomarle una foto'. Siguieron callados hasta que la madre del nuevo papá les preguntó a los de la familia contraria si entre ellos había algún fulito. ‘Todos somos trigueños, de rasgos gruesos y buen corazón', le respondieron al instante, lo que no soportó la mujer y lloró tan ruidosamente que el muchachito, para aumentar el desastre. ‘Yo me voy, este fulo perfilado y ojiclaro no es hijo mío', dijo Leonel e intentó salir, pero Lilia lo detuvo gritándole: ‘A ti no te enseñaron en la escuela que los niños nacen así cuando las madres miran el ‘clis', salen rubios como el mismo sol, bastante que se lo dije yo y todo el mundo, que no saliera a mirar el ‘clis', pero ella no hizo caso y lo miró de cabo a rabo'. En vano esa explicación, nadie pudo detener a Leonel, quien salió como alma que lleva el diablo a recorrer esas calles, sangrando su mente en busca de un rostro parecido al de su supuesto hijo. Fue en el minisúper del barrio donde se topó con Mateo. Verlo y abrírsele el entendimiento fueron a un mismo tiempo, ‘qué ‘clis' del carajo', pensó y jamaqueó al rival, quien se le zafó de inmediato y se perdió raudo en su bicicleta. Leonel lo siguió hasta su casa, adonde llegó primero y tocó la puerta con violencia. Le abrió la mujer de Mateo, y Leonel le soltó el misil, pero la dama estaba ciega de amor y no le creyó, se defendió acusando a Keshmer de andar por ahí repartiéndolo y le advirtió que se fuera antes de que ella llamara a su primo comisionado para que pusiera orden. ‘Qué eclipse de la v…', repetía Leonel cuando vio venir la bicicleta del enemigo y le lanzó una piedra con tanto tino que vehículo y conductor fueron a dar al pavimento. Enseguida le quitó el celular al herido y con el aparatito en su poder se fue adonde un ‘experto' que se lo abrió en menos de lo que se persigna un ñato. La evidencia estaba allí y con ella en mano y para no quedar él como la única víctima regresó a la casa de Mateo y le presentó a la mujer de este los wasaps que corroboraban la paternidad del recién nacido. Tuvo que enfrentar luego cargos de intento de homicidio, pero Leonel se enfrentó a todo sin protestar, diciéndose ‘prefiero esto a hacerme quedado toda la vida preguntándome quién carajo era el padre del que yo creía era mi hijo'.