‘Mashico’, el hombre más longevo del Perú, cumple 125 años

Cuando le preguntan por el secreto de su longevidad, dice: ‘Mantenerme activo, comer del campo y vivir en paz con la naturaleza. Y claro, mucha fe’
  • martes 08 de abril de 2025 - 2:15 PM

A más de 3,000 metros de altura, en una comunidad rural de la región Huánuco, vive don Marcelino Abad Tolentino, conocido cariñosamente como ‘Mashico’. Este peruano, que acaba de cumplir 125 años, es oficialmente reconocido como el hombre más longevo del Perú y uno de los más viejos del mundo. Nació el 5 de abril de 1900, cuando aún no existían ni la televisión ni los vuelos comerciales.

Don Mashico ha vivido el paso de tres siglos, ha sido testigo de dos guerras mundiales y ha visto cómo su país pasaba de las mulas a los celulares. A pesar de los años, todavía se le ve sonriente, con su sombrero andino, caminando con ayuda de un bastón y compartiendo anécdotas de tiempos que ya nadie recuerda.

El gobierno peruano, a través del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, lo ha acompañado en sus últimos años, brindándole atención y compañía. Aunque no tuvo hijos, la comunidad lo ha adoptado como un abuelo colectivo, y muchos jóvenes se acercan a él en busca de consejos y relatos de antaño.

Secreto de su longevidad

Para un país como Panamá, donde la esperanza de vida ronda los 78 años, la historia de don Mashico es una inspiración. Su receta para vivir tanto, dicen los que lo rodean, ha sido sencilla: mantenerse activo, comer del campo y vivir en paz con la naturaleza. Y claro, mucha fe.

Don Marcelino Abad, que nunca dejó el campo, ha basado su dieta en lo que cultiva: papas, ocas, habas, maíz, y frutas andinas. No consume alimentos procesados ni azúcar refinada. Además, ha llevado una vida activa, caminando largas distancias por las montañas hasta sus años más recientes.

También se le atribuye su longevidad al entorno natural en el que ha vivido: aire puro, poca contaminación y una vida libre de estrés. A esto se suma su fuerte espiritualidad, ya que, según quienes lo conocen, nunca deja de orar y agradecer por cada día.

“No guardo rencor, no me enojo, y siempre doy gracias a Dios”, ha dicho en varias entrevistas. Esa filosofía, junto con su conexión con la tierra, parece haberle dado más que larga vida: le ha dado paz.

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