El triste final de una de las mujeres más buscadas

Jeifry Rodríguez tenía de 26 años. Su nombre y su rostro aparecían en la lista de los más buscados por la justicia. Con ella se cumplió aquel adagio que dice que el crimen no paga.

La mañana del 8 de febrero de 2024, su cadáver apareció tirado a orillas de una carretera de tierra en el tramo de un paraje solitario ubicado en el sector de La Colorada, corregimiento de Juan Díaz, distrito de Antón, provincia de Coclé.

Fue a eso de las 6:30 de la mañana, cuando los moradores del lugar salían para iniciar su jornada diaria, que se toparon con el cuerpo sin vida de la mujer.

De inmediato, como todo pueblo chico y donde casi todos se conocen, se percataron que la chica no era del área y que tenía sangre en el cuello y algunos moretones. Vestía jean azul, blusa corta de color rojo y un abrigo tipo jacket negro y sandalias. ¿Quién era la desconocida?, se preguntaron todos.

No fue hasta al día siguiente del hallazgo que se enteraron que se trataba de una mujer identificada como Jeifry Rodríguez.

Residía en el sector de Cerro Batea del distrito de San Miguelito, provincia de Panamá.

El médico forense dijo que la víctima tenía un orificio de bala cerca de la nuca y que en la escena se encontró un casquillo de arma de fuego de 9 milímetros.

Las investigaciones determinaron que la mujer había sido asesinada entre la noche del 7 y la madrugada del 8 de febrero.

Posterior al hallazgo, la Policía Nacional informó que la víctima figuraba en la lista de las personas más buscadas por la justicia por delito de homicidio y tentativa.

Había sido detenida el 22 de febrero de 2023 en el corregimiento de Concepción, distrito de Bugaba, Chiriquí, por tentativa de homicidio en esa zona.

Luego estuvo prófuga hasta que la hallaron asesinada en Coclé.

Una fuente del Ministerio Público informó que por ahora no existe ninguna mujer prófuga en el país.

Marcos Álvarez, criminólogo, opina que la disparidad en la representación de hombres y mujeres en las listas de los más buscados por la justicia puede deberse a que los hombres son más propensos a involucrarse en comportamientos delictivos violentos debido a factores sociales y biológicos.

“Las normas de género tradicionales tienden a asociar la masculinidad con la agresión y la dominación, lo que puede llevar a una mayor participación en crímenes violentos, como homicidios. Además, los hombres suelen tener mayores oportunidades y motivaciones para cometer delitos debido a su mayor presencia en roles que implican poder y control, lo que no siempre es el caso para las mujeres”, comparte Álvarez.

El experto añadió que el tipo de delitos por los que son buscadas las mujeres tienden a diferir significativamente de los de los hombres, pues las mujeres por lo general están más involucradas en delitos relacionados con el microtráfico de drogas y otras actividades ilícitas menos violentas.

“Esta diferencia puede explicarse por varias razones, incluyendo el acceso limitado a estructuras delictivas de mayor escala y la utilización de roles tradicionalmente femeninos, como el de cuidadoras, para facilitar actividades ilícitas de bajo perfil. Las mujeres también pueden estar involucradas en delitos menos visibles y menos reportados, lo que reduce su presencia en las listas de los más buscados”.

Recalcó que la menor implicación de las mujeres en homicidios y delitos violentos puede estar también relacionada con diferencias en las oportunidades y motivaciones delictivas. Las mujeres suelen ser socializadas para evitar la confrontación y la violencia, y pueden tener menos oportunidades para participar en delitos violentos debido a su menor representación en roles de liderazgo dentro de organizaciones criminales.