Monseñor Ulloa: Una sociedad más justa empieza por el corazón

- domingo 13 de julio de 2025 - 10:29 AM
Este domingo, durante su homilía en la Capilla de la Universidad Católica Santa María la Antigua, monseñor José Domingo Ulloa reflexionó sobre la parábola del buen samaritano y su vigencia en el Panamá actual. Bajo el título “La llamada del buen samaritano en nuestro tiempo”, el arzobispo hizo un llamado urgente a salir de la indiferencia, a mirar con empatía y actuar con compasión ante el dolor de los más vulnerables.
¿Dónde estás? ¿Dónde está tu hermano?
Monseñor recordó que, así como Dios pregunta a Adán y a Caín en el Génesis, hoy vuelve a cuestionarnos sobre nuestro lugar en el mundo y nuestra responsabilidad con los demás. “Caín preguntó: ¿soy yo acaso el guardián de mi hermano? Y esa misma indiferencia la vemos todos los días en nuestras calles”, dijo.
Detenerse, mirar, reconocerseInspirado por el Evangelio de Mateo, Ulloa explicó que el buen samaritano no actuó desde la superioridad, sino desde la conciencia de su propia fragilidad. “Al ver al hombre herido, se vio a sí mismo. Se conectó con su pasado de dependencia, con su humanidad más vulnerable. Y desde ahí, decidió ayudar”. Añadió que todos nacemos necesitados, todos hemos llorado buscando cuidado. Esa fragilidad común es la que debe unirnos.
Una enseñanza vigente para Panamá
El arzobispo fue directo al vincular la parábola con los desafíos actuales del país: migrantes, personas en pobreza extrema, ancianos abandonados, jóvenes en riesgo, enfermos olvidados. “Jesús nos pregunta: ¿en cuál de estos me veo reflejado? Y solo desde ahí —desde el reconocimiento honesto de nuestra propia fragilidad— puede nacer la compasión verdadera”.
No basta con instituciones, hay que actuar“Hoy Jesucristo nos invita a salir de la zona de indiferencia. No basta con tener programas sociales o fundaciones. La verdadera fraternidad comienza cuando me hago cargo del dolor del otro”, expresó. Para monseñor Ulloa, la misericordia activa no es solo un acto de caridad, sino una expresión concreta de la fe cristiana.
Una sociedad más justa empieza por el corazónLa homilía concluyó con una invitación a no ser como el sacerdote ni el levita que pasaron de largo, sino como el samaritano que se detuvo. “Cada día podemos decidir si ignoramos el sufrimiento o si nos acercamos y hacemos algo. La diferencia está en el corazón”, afirmó.
“Que el Espíritu Santo nos conceda la gracia de ver con ojos misericordiosos, de detenernos sin miedo y actuar con amor”, finalizó.