José Domingo Espinar: 160 años de olvido

Espinar fue un hombre brillante que combatió junto a los más grandes héroes de la independencia latinoamericana.
  • viernes 05 de septiembre de 2025 - 7:00 AM

Este 5 de septiembre se cumplen 160 años de la muerte del General José Domingo Espinar Aranda (1791 – 1865). Panameño notable del siglo XIX, su figura se ha desvirtuado por artilugios de la élite istmeña contemporánea que se sentía amenazada en su hegemonía gubernamental. Al margen de estas controversias políticas que resultan estériles en el presente, Espinar fue un hombre brillante que combatió junto a los más grandes héroes de la independencia latinoamericana.

Oriundo del arrabal de Santa Ana, su padre tenía una posición administrativa en Chagres y poseía suficiente fortuna como para enviarlo a estudiar a Lima. Espinar se graduó de médico cirujano en la universidad de San Marcos (1814), con una tesis en latín sobre las convulsiones. Espinar regresó al Istmo de forma breve para ocuparse de algunas epidemias. Posteriormente, volvió al Sur, donde se unió al batallón Numancia en calidad de cirujano. Corría 1820 y San Martín acababa de desembarcar en Perú para dar inicio a su expedición libertadora. El batallón Numancia, inicialmente llamado a combatir al general argentino, se pasó a las filas independentistas.

Por comisión del mismo San Martín, Espinar se incorporó al Estado Mayor del Ejército Unido como ingeniero. Un ingeniero militar, en esa época, se ocupaba de fortificaciones, pero también de cartografía y de tareas que hoy llamaríamos logística. Más tarde, Espinar formó parte del Estado Mayor de Bolívar, donde se desempeñó como uno de los principales secretarios, ayudando a Sucre en la organización militar. La mala salud del Libertador obligó a Espinar a ser su médico personal en varias ocasiones. Todavía en Perú, Espinar combatió en la gran batalla de Junín (1824), donde auxilió en el mismo campo al general argentino Mariano Necochea, gravemente herido, quien viviría veinticinco años más.

Liberado Perú, Espinar regresó a Colombia como Senador de la República. Su acérrima defensa de Bolívar, cuya popularidad ya estaba en franco declive, no le ganó amigos. Designado comandante del Istmo, el 26 de septiembre de 1830 Espinar se convirtió en el primer panameño en separarnos de Colombia y de sus absurdos políticos ajenos a la realidad del Istmo. Sin embargo, no pudo hacer frente al patriciado panameño a pesar de su popularidad en el arrabal y se vio obligado a exiliarse en Perú.

Aquí es donde la mayoría de biografías panameñas se detienen, pero la vida de Espinar continuó de forma muy fructífera en su nueva patria. Profesor de medicina, coincidió con Finlay en el Callao y publicó varias monografías sobre diversas enfermedades. Fue editor de un periódico para mujeres donde reseña a las heroínas de la independencia. Participó en el ejército peruano, dentro del cual organizó expediciones geográficas y fortificaciones. Fue padre de tres hijos, cuyos descendientes todavía viven en Perú, además de un hijo nacido durante la guerra y de una hija nacida en Panamá antes de las independencias.

Esta breve columna no es suficiente para abordar toda la complejidad de Espinar y de sus decisiones políticas. Pero algo tendría esta persona que supo hacerse apreciar por hombres grandes como San Martín, Bolívar y Sue procuró enterrar con inexactitudes y calumnias. Hoy, Espinar no cuenta ni siquiera con un busto en nuestro país; algo que el Istmo no solo no supo reconocer, sino que despreció y en su nombre algunas estructuras. Dada su devoción y fidelidad a las ideas del Libertador, la plaza Bolívar en el Casco Antiguo sería una excelente ubicación para un busto, junto a quien fuera su más ilustre maestro político y militar. Tal vez en 2030, en el 200.º aniversario de nuestra primera separación, podría resarcirse esta injusticia histórica.

La autora es escritora y licenciada en Ciencias Matemáticas. Posee un máster en Genética Cuántica