- miércoles 20 de agosto de 2025 - 12:00 AM
El sueño de una noche de verano, sin hadas, ni bosque a la vista, sin aviso ni ceremonia: la Estatua de la Libertad se zafa de su pedestal y zarpa rumbo al sur. Viaja en silencio por la costa atlántica, esquivando cruceros vacíos, boyas con cámaras de vigilancia y remecidas del mar, que se encabrita. Nadie mitiga su dolor. Piratas del Caribe curtidos la ven llorar. Hasta bosteza, harta de una vida centenaria de posar para turistas y de ser fondo de selfies de cada malandrín, de San Tito y cuanto San Cocho.
Ahora la tenemos aquí: en el extremo arraijaneño del Puente de las Américas, mirando hacia el Canal, entre angustiada y agotada. Nadie la invitó, pero nadie se atreve a pedirle que se vaya. Llegó buscando un nuevo horizonte, menos oxidado que el de NY. La quietud termina cuando se le pregunta por aquel apellido de 5 letras que empieza por t y termina en p. De pesadilla. “La libertad no se exilia”, se lee en una pancarta extendida el día del desembarco, sin las fanfarrias de aquel de Normandía. El fascismo se reinventa y se muestra sonriente.
Del otro lado del mundo, se acomoda en Shanghai el monumento que ocupaba el espacio en el que pernocta Lady Liberty: el Chinese Memorial, homenaje a casi 200 años de historia china en Panamá, que también decidió marcharse. Por el Occidente. Insolencia atrevida cacarea que China y chinos son malignos,malignos, uy. A diferencia de la dama neoyorquina, el Memorial sí fue recibido con flores, estallido de drones en el cielo y una orquesta digital.
Cruce monumental: libertad que se va; memoria que regresa. Nadie lo planeó ni hay sensatez para misión de esa naturaleza. El movimiento de estatuas refleja mejor el estado del mundo que cualquier cumbre de líderes, hoy soberanos plomitos. Mire alrededor. Se rumorea que hay una lista de monumentos en espera para cambiar de aires: el Cristo Redentor está considerando mudarse a Argentina, mientras el David de Miguel Ángel pide asilo en Islandia.
Un turista se preguntó si la Estatua de la Libertad ahora será guía canalera o faro flotante para migrantes.
Desde Clayton, existe afán para rebautizar el Instituto Confucio de la Universidad de Panamá, sin ninguna confusión sea o no chino japonés: será el Instituto Trump para Estudios de Oriente y la Cochinchina.