Estamos en la era del Instagram, que ha sustituido con creces al Facebook (que está considerado como una red “para viejos”) y asumimos que mediante esta herramienta nos enteramos de todo. Tal pareciera que lo que no se expresa por IG no existe, o por lo menos muchos así lo piensan algunas personas.
Sin embargo, para comunicar efectivamente tanto una invitación, como un evento, es necesario que contemos con una comunicación total, que no solo sea a través de redes, sino que incluya el mercadeo directo –ese que hace 20 años se hacía mediante correos electrónicos— así como “newsletters” o boletines, invitaciones personalizadas y, de ser posible, llamadas telefónicas.
Pasan tantas cosas, y buenas, en Panamá que, si solo dependemos de las redes, nos estaremos perdiendo de muchas de ellas. Pongamos, por ejemplo, las películas que se exhiben los sábados en el Museo del Canal Interoceánico. Yo me entero porque recibo el boletín de eventos de esa institución, que recientemente recibió una distinción por su excelencia, y, aunque teóricamente lo siga en Instagram, no me enteraría de sus actividades. Cuando me llega su comunicación de las actividades del mes, apunto las que me interesan, y así puedo escoger a las que quiero asistir. Igual pasa con las que acontecen en la Ciudad del Saber. En cuanto a cines, tengo en mi teléfono móvil la aplicación de Cinépolis y me voy enterando de qué películas hay en cartelera.
¿Pero qué hacen las personas que no están al tanto de tanta tecnología? Allí radica el problema, y lo vivimos recientemente en la Feria del Libro de Panamá, que ayer culminó con resonado éxito sus siete días de actividades. A pesar de las vallas, los “muppies”, programas de radio y lo que tercia, muchos no sabían qué estaba pasando en el Centro de Convenciones Atlapa.
Tratemos de combinar todas estas armas de comunicación para que nuestros eventos lleguen a más personas, y de manera más efectiva.
