Cuando el gobierno decidió tomar decisiones desoyendo al ciudadano, la democracia cayó fulminada. Hablamos de las reformas a la legislación de la CSS; luego las “amenazas gubernamentales” de abrir la actividad minera, y por último, las conversas “cordiales” entre funcionarios de EUA y Panamá, suscribiéndo desconocidos acuerdos de “cooperación”.
Con todo lo poco que sabemos ellos son afrentas a nuestra soberanía. Las intenciones de Trump de “reanexarse” el Canal de Trump van en serio, sin importarle los Tratados Torrijos-Carter. Esta lucha la enfrentamos en desventaja, a causa de la fragmentación ciudadana, la desazón generalizada provocada por la corrupción, y la ausencia de los jóvenes.
Es importante defender la Soberanía, porque es atributo que la Nación panameña alcanzó al decidir construir su propio destino, lejos de forzadas injerencias. Ella se alimenta de patriotismo, el que como lo dijera Rubén, “son tantas cosas bellas”. En síntesis, es esa conexión trascendente que nos une con la tierra, sobre la que nuestros ancestros un día juraron que harían grande para el bienestar de sus descendentes.
El poder alejó ese espíritu de nuestras juventudes. Recordemos que después de la invasión de 1989, la tradición de luchas nacionalistas y democráticas de las anteriores generaciones, causaba temor entre a “nueva clase política”, razón por las que les asignaron roles secundarios relacionados con las elecciones. El tema canalero desapareció de la agenda nacional, pues el “status quo” pensaba “que no había de qué preocuparse”. La educación estimó riesgoso que se conociera las traumáticas relaciones con EUA, asegurándose así que sus rebeldías las capitalizaran los electoreros.
Hoy tenemos una estudiante con pensamiento crítico congelado, con conocimiento de la historia limitado a anécdotas pasadas, repetidas como anécdotas y no como hazañas patrióticas. Al carecer del elemental sentido de Nación, buscan a ciegas una oportunidad, sin saber que tienen el poder de cambiar su destino y el rumbo del país.
Como ves, es signo de madurez personal y colectiva, seguir construyendo esos sueños. Si lesionan nuestra soberanía, rompen ese lazo invisible que te ligan y la tierra y a tus mayores, por lo que honrando su memoria debes rebelarte contra los agresores, como acto supremo de amor a tu sangre.