- jueves 25 de abril de 2024 - 5:25 PM
Opciones electorales ante la fragmentación y dispersión del voto
En un escenario electoral con ocho candidatos presidenciales, la fragmentación y dispersión del voto se vuelven fenómenos clave para las dinámicas políticas y electorales. La interacción entre el voto duro, el voto blando, y otros, especialmente en contextos de alta concentración urbana pueden aportar elementos al debate sobre las opciones electorales y la posible concentración del voto. La presencia de ocho candidatos presidenciales, según diversos analistas políticos, por lo general apunta hacia un panorama político altamente fragmentado con pocas posibilidades de concentración del voto.
En tales circunstancias, el voto se dispersa entre múltiples opciones, reduciendo la posibilidad de que cualquier candidato obtenga una proporción importante de votos. La dispersión del voto, como señalan encuestas (IPSOS 2024, DOXA 2024, INFODATA360 2024, DATA Consulting Group 2024, Elemente 2024), reflejan un electorado diverso y con necesidades variadas, lo que a menudo complica la formación de tendencias electorales, fácilmente observables.
En áreas urbanas, donde la concentración del voto es alta, por tanto, los patrones de votación pueden variar significativamente de las áreas rurales y las indígenas. En las ciudades los votantes tienden a favorecer las propuestas para resolver problemas transporte público, vivienda y seguridad ciudadana. Además, la velocidad de la difusión de información en áreas urbanas influye en la formación rápida de opiniones y decisiones de voto.
En la democracia representativa el voto le permite al ciudadano, escoger y delegar. Pero la capacidad de representación expresada en un gobierno capaz de resolver problemas provoca la aparición de distintos tipos de votos y de votantes. Veamos algunos casos.
Según Carlos Dada, el voto duro se mantiene fiel no solo por ideología, sino también por los beneficios directos que los partidos políticos proporcionan a sus bases. Este voto siempre está condicionado por factores objetivos o subjetivos. Pero existen otros tipos de voto.
El voto castigo, por ejemplo, emerge como expresión del descontento popular. Carmen Aristegui comenta que el voto castigo es una forma como los votantes aprovechan la elección y expresan su rechazo a la gestión de gobierno poco efectiva. En general, según Aristegui el voto castigo, en muchas ocasiones se define a partir de escándalos de corrupción.
En condiciones de fragmentación donde el proceso, según Daniel Coronell, el voto útil se convierte en una vía para los electores, elijan entre los candidatos con mayor probabilidad de ganar, para evitar el éxito de opciones menos deseables. Este tipo de voto concentra a las personas con condiciones económicas y sociales estables.
El voto útil tiene grandes diferencias con el voto blando y flexible. Tal como lo señala la periodista Patricia Janiot, el voto blando refleja la volatilidad del electorado, donde las promesas de campaña y los debates pueden cambiar significativamente la intención de voto a última hora. Este voto se concentra entre los jóvenes y los adultos mayores. Y las redes sociales juegan un papel importante en el cambio de las percepciones. Cuando eso sucede aparece en escena el voto emotivo.