• martes 07 de agosto de 2012 - 12:00 AM

Loor al abogado panameño en su día

La posición encumbrada que hasta ayer ocupaba el abogado en la sociedad pareciera ser que hoy sobrevive como un vago recuerdo. En tiempo...

La posición encumbrada que hasta ayer ocupaba el abogado en la sociedad pareciera ser que hoy sobrevive como un vago recuerdo. En tiempos idos, ser abogado era sinónimo de una vida de rectitud, de honorabilidad, de credibilidad, y de un profundo espíritu cívico. No podríamos identificar los factores que propiciaron el descalabro, pero desde que el jurista permitió que la justicia y la paz social fueran colocadas en posición secundaria frente el dinero y el poder, la parte más sensible del alma nacional comenzaba su agonía. Estas palabras no esconden un riguroso reproche a la vida cómoda que aspira todo aquel que trabaja honradamente, sino un sentido llamado de atención al abogado que sin medir las consecuencias de sus actos, es capaz de ‘recurrir a lo que sea’, con tal de doblar el espíritu de la ley en beneficio de pretensiones bastardas.

Nada más acertado que conjugar la fecha del nacimiento del Dr. Justo Arosemena (9 de agosto) con la celebración del Día del Abogado Panameño, pues su pensamiento, pluma y sentido patriótico, sin lugar a dudas lo convierten en el modelo indiscutible del panameño del siglo XIX. Su legado en la abogacía y la política, destacando su apasionada lucha por nuestra nacionalidad, hace opacar el papel intrascendente que en la vida pública han jugado las últimas generaciones de abogados.

La justicia está en caos, y muchos se vanaglorian de las ventajas personales que sacan de la crisis. La institucionalidad democrática cuelga de un frágil hilo, y sobran los que prefieren ‘cantar odas a palacio’ a cambio de prebendas. La deficiente formación de los jóvenes abogados es problema de otros, pensando mezquinamente que, al final, el tiempo distinguirá a los excelentes de los mediocres. La escena cotidiana de los abogados ‘pirateándose’ clientes, sugiere que estamos tocando fondo en nuestra aparatosa caída hacia el desprestigio de la profesión. Por esto y por mucho más, con dolor expresamos que la vida de don Justo muy poco influye en la conciencia de los abogados panameños, marginados del debate nacional precisamente en momentos en los que a diario el oficialismo muestra su afán de vulnerar la frágil institucionalidad democrática, en perjuicio de los intereses nacionales.

El Movimiento de Abogados ‘Renovación y Justicia’ considera propicia la ocasión para reflexionar sobre nuestra apatía y renuencia a jugar el papel que la historia nos ha asignado en el proceso de construcción de una democracia, de una justicia transparente, de un gremio de abogados consolidado, poniendo por delante la enseña patria, y marchando todos al compás de las notas marciales del himno nacional. ¡Feliz Día del Abogado!

*JURISCONSULTO