• viernes 26 de julio de 2024 - 5:54 PM

La reelección es corrupción

Con esa frase lapidaria, por amarga ironía, el ex-rector de la Universidad de Panamá (UP), Gustavo García de Paredes, se expresó para oponerse, hace más de 30 años, a la posibilidad de que su antecesor en el cargo, Carlos Iván Zúñiga, buscara reelegirse.

Todos sabemos lo que pasó después. A tal punto se enseñoreó la corrupción de la UdeP por las sucesivas reelecciones del mismo rector, incluso con minoría de votos.

Hace diez años, el hoy rector Eduardo Flores Castro, presentó su candidatura a rector de la Universidad de Panamá retomando lo dicho por su maestro y guía Gustavo García de Paredes contra la reelección. Pero, una vez electo, se reeligió y, todo indica que se apresta a reelegirse una vez más, así como la mayoría de Decanos, vice-decanos, Directores y subdirectores de Centros Regionales, algunos de los cuales llevan 30, 25 o 20 años en el cargo.

La experiencia demuestra que allí donde ha habido reelección, también ha habido corrupción y, en cambio, donde aquella se ha eliminado, esta ha disminuido. En la Universidad Autónoma de Chiriquí (UNACHI), el rector, Virgilio Olmos, se reelegía continuamente, con todo el engranaje clientelar que ello trajo consigo. La actual rectora no se ha quedado atrás y hoy es la reina de la reelección, al igual que sus diputados padrinos: Huevito y Benicio.

Acostumbrados a negociar canonjías, las actuales autoridades universitarias se movilizan contra el proyecto de ley que, hoy, aspira a prohibir la reelección de las autoridades en todas las Universidades públicas de nuestro Panamá.

Una pluralidad de compinches del rector pretenden ahora disfrazar sus apetitos, con una supuesta “violación” a la autonomía universitaria. Vemos que la experiencia con García de Paredes y Flores, no hubiera enseñado lo veleidosos que pueden ser los diputados y lo mutables que pueden ser las leyes, pues allí primero prohibieron la reelección, luego la permitieron por un solo periodo y después se estableció a perpetuidad.... La amarga experiencia no admite relativizaciones: la reelección es corrupción, y la reelección indefinida es corrupción indefinida.

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