Palabras aparentan inofensivas...mosquitas muertas... hasta que miras su historia y descubres que son como abuelos con secretos escandalosos. Dios no me libra. Ssshht.
Contumaz. Hoy usamos la palabra para describir a quien insiste en su error por pura testarudez, terco de atar, aunque sepa que está equivocado.Adjetivo ambiguo, porque funciona igual para hombres y mujeres: la obstinación no tiene género, solo consecuencias sociales de mirada rara.
Hipocondríaco / hipocondría. De hipokhondría, la región bajo las costillas donde los antiguos médicos veían todos los males. Resfriados son comunes. Trópico intenso. Muchos inventan dolores imposibles como el enfermo imaginario de Molière: para no ir a trabajar, para hacer tiempo o incluso para un poco de turismo clínico. La ansiedad por la salud sigue intacta, aunque la imaginación haga el resto del trabajo. Deben patentar enfermedades raras e inexistentes. Y el Seguro ahí.
Histérico / histérica. Del griego hystéra, útero. Durante siglos se creyó que solo las mujeres sufrían estos desórdenes. Hoy, “histérica” sigue al dedillo para mujeres, pero “histérico” se aplica a cualquier género. La palabra sobrevivió a su origen anatómico y se volvió universal, lista para describir exaltaciones emocionales extremas sin necesidad de un órgano específico.
Testigo / testiga. Aunque una leyenda popular diga que el nombre procede de la accion de tocarse los testículos para garantizar la verdad, la etimología más sólida apunta a terstis, “tercero imparcial”. Hoy, las mujeres pueden ser “la testigo”, mientras que “testiga” existe como opción inclusiva, pero aún sin prensa: experimental y reivindicativa, más un guiño lingüístico que norma.
Estas palabras muestran que el lenguaje es museo viviente: lo literal, médico o anatómico se vuelve abstracto, social o inclusivo. Contumaz, hipocondríaco, histérico y testigo: cada léxico atravesó siglos de transformación y todos nos dejan con una sonrisa de asombro ante la creatividad humana y la plasticidad de nuestra lengua.
Miembro de la Academia Panameña de la Lengua