Gobernabilidad en democracia

La gobernabilidad de un país no depende únicamente de las elecciones ni del método empleado para elegir autoridades, sino de un sinnúmero de aspectos relacionados con la gobernanza que no son parte de los textos de ciencias políticas, pero que, sin duda, componen el conjunto de situaciones surgidas a partir del ejercicio práctico del arte de gobernar y del poder que emana de la voluntad popular.

Llegar al poder es solo el inicio de una travesía que enfrenta el eterno conflicto entre gobernantes y gobernados, luego vienen otros factores que componen la ecuación, tal vez, el más importante sea la gestión del ejercicio del poder, que requiere de la sutileza y la capacidad de administrar de forma eficiente y estratégica los caudales políticos, con el fin de que no se note la imposición y se cumplan los objetivos de bienestar común que debería contener el contrato social que rige a cada nación.

El parlamento o la Asamblea Nacional en nuestro caso, se constituye en el primer órgano del Estado, tanto por su representatividad como por su componente altamente político. Un hemiciclo nunca será un espacio ajeno a la polémica y a la discusión, ya que su esencia y razón de ser es el debate de ideas y la conciliación de acuerdos ideológicos entre posiciones diametrales.

Encontrar el punto medio en una posición o lograr consenso en temas controvertidos, deberían ser habilidades de un diputado. La verdad absoluta resulta algo relativo al momento de representar colectivamente a una jurisdicción dentro de un parlamento, por lo que se hace necesario el criterio político y el sentido común para obtener acuerdos que trasciendan las posiciones personales.

Como alguna vez dijera Cantinflas: ¡ahí está el detalle! ‘Que no es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario’; lo que se traduce en algunas de las interpretaciones políticas que se requieren para administrar las cuotas de poder otorgadas por el pueblo, en función a las leyes y marcos regulatorios que rigen la sociedad.

Periodista