La violencia en Panamá se ha salido de control, y ya no se trata solo de lo que vemos en las noticias, sino de lo que vivimos en el día a día. Antes uno decía: “eso pasa allá en barrios calientes o ghetto”, pero ahora puede pasarte saliendo del súper, en un taxi o hasta dentro de tu propia casa.
Lo más triste es que nos estamos acostumbrando. Asaltos en plena luz del día, peleas por cualquier cosa, mujeres maltratadas, niños creciendo en hogares donde gritar y golpear es lo “normal”.
Mucha gente dice: “eso es culpa del Gobierno”, y sí, claro que hay responsabilidad del Estado en mejorar la seguridad, en tener más patrullas, mejores leyes, justicia más rápida. Pero... la parte que nos toca a nosotros como sociedad. ¿Qué estamos haciendo como vecinos, como padres, como ciudadanos?
Aquí se ha perdido el respeto, la empatía y el sentido común. Los pela’os crecen viendo violencia como si fuera un juego, porque en casa se grita, en redes se celebra la agresividad, y nadie les enseña otra manera de resolver las cosas. ¿Dónde quedó el ejemplo? ¿Dónde está la educación emocional?
También es cierto que la falta de oportunidades empuja a muchos jóvenes al mundo del delito. Pero eso no se arregla solo con “mano dura”, sino con educación de verdad, con acceso a empleo, cultura, deportes, cosas que les den un futuro diferente.