Mis días ya no son iguales 

Levantarme, ir a mi trabajo, luego a la universidad y regresar a casa, ya no forma parte de mi rutina diaria, y es que ahora tengo un nuevo enemigo y quizás pareceré loca, pero éste es invisible, y es tan impredecible que ha hecho que cambie cada aspecto de mi día a día, su nombre es ´´coronavirus´´ y desde que llegó a mi tierra… ya nada es ni será igual.

Inicio mi día con el mismo pensamiento ¿cuándo acabará esto?, luego de esto analizo el presente, miro a mi alrededor y me doy cuenta que tengo la oportunidad de dar gracias a Dios por un día más de vida, pues mi familia, amistades y seres queridos están con bien y para mí, es realmente reconfortante, luego de esto inicio mis clases…clases virtuales, me quitaron de las manos el tipo de calidad con mis compañeros, ahora solo puedo saludarlos a través de una pantalla, y sin dejar atrás la interacción con mis profesores, ya no hay tiempo para bromas entre clases, pues si las hacemos se nos va el tiempo, y no logramos hacer provecho de aquel que nos brinda una plataforma online.

Hay días en que debo salir al supermercado, al salir disfruto del tiempo fuera de casa, pues ahora estar afuera parece ser más valioso de lo que recordaba, al ir al supermercado llevo a mis nuevos aliados: la mascarilla facial, gel alcoholada y un frasco de alcohol, es un kit pequeño, pero quien diría que esto ayudaría a salvar mi vida… cuando voy en el taxi mi mente se llena de recuerdos nostálgicos, pues al mirar a la calle ya no veo a la señora que vende mangos afuera del colegio, tampoco veo a los chamos en el puesto de arepas y mucho menos me encuentro con los tan odiados tranques… nunca hubiese pensado que alguna vez extrañaría estos escenarios.

Cuando llego al super ya no puedo hacerle un comentario sobre algún producto a otra persona que se encuentre en los pasillos, ahora entre menos contacto físico o verbal tenga con alguien, es mejor y más sano para mi bienestar, al regresar a casa debo limpiar todo lo que compré, pues así también estoy cuidando de mi y de los míos, no puedo pasar por alto el hecho de que también debo bañarme, ya que nadie sabe qué bacteria puedo traer de ese recorrido fuera de casa.

La mayoría del tiempo la paso en mi habitación, ahora soy emprendedora y debo encargarme de buscar productos para mi negocio, ya que al igual que a muchos este enemigo también me quitó mi trabajo, y quizás suene algo agresivo, pero mi familia no se alimentará con aire y la ayuda que el gobierno nos da, no es suficiente.

No puedo dejar pasar el tiempo que paso en mis redes sociales para distraerme, pues al sumergirme en ellas solo encuentro noticias tristes que me llenan de nostalgia y muchas veces de ansiedad, cada vez más muertos, más contagiados, más personas sin alimentos, y mas hundidos en ese hoyo negro sin encontrar una salida.

A veces me reúno con la congregación de mi iglesia, también de manera virtual, pero me es reconfortante saber que están bien y que tenemos fe de esto pasará y nos dejará una gran lección por parte de Dios, no puedo dejar pasar a aquellas que han permanecido conmigo a pesar de la distancia, a ellas les debo mucho, pues me llenan de sonrisas, y a decir verdad hasta psicólogos se han vuelto, siempre listos para escucharme y darme un buen consejo, es ahí cuando me doy cuenta que toda esta situación ha humanizado mucho a mi Panamá.

Finalizo mis noches de la misma manera en la que inicié… llena de dudas y preguntas, pero aun así levanto una oración y agradezco por lo que tengo ya que, aunque las cosas no son como yo quisiera, podría ser peor.

El coronavirus me quitó mi trabajo, me alejo físicamente de mis seres queridos, ya no puedo ir a restaurantes o al cine, llenó mis redes sociales de contenido oscuro… mi día a día ya nos lo mismo, Panamá, corazón del universo, crisol de razas, ya no es la misma.

STEPHANIE HALL

(Estudiante de Periodismo de la Universidad de Panamá)