- miércoles 27 de noviembre de 2024 - 12:00 AM
Dejando el bastón
Hoy escuché que una señora expresaba en forma de metáfora una enseñanza que ella misma definió como profunda. Dijo: «Los ciegos, cuando pueden ver, dejan a un lado sus bastones blancos, no porque hayan dejado de apreciarlos, sino porque ya no los necesitan».
Y continuaba su mensaje haciendo un enlace con el tema de soltar y dejar ir: lo que resultó útil en momentos de oscuridad, ahora, cuando podemos ver, no lo necesitamos.
Advierte que, si nos aferramos al bastón, puede que este obstaculice nuestro progreso de crecimiento personal.Me encantó esa metáfora y su relación con el concepto de dejar ir aquello que nos ayudó y hoy no nos sirve.
También se refiere a la independencia y el crecimiento personal. Debemos independizarnos y comenzar a crecer sin bastones que contraríen nuestro andar y no nos dejen avanzar hacia la construcción de metas y proyectos. Me imaginaba a una persona tratando de correr con un bastón: creo que podía tropezarse con él, o quizá anduviese más lenta por el peso de este.
Si deja atrás el bastón, su andar se vuelve más ligero.Esto ocurre con las cosas de la vida, cuando nos aferramos a cosas o individuos que nos ayudaron en su momento.
En el caso de las personas, lo vemos en el apoyo profesional o inclusive amistoso o sentimental de alguien que nos hizo bien, pero después de que nosotros cambiásemos, se hizo inminente nuestra separación.Así ocurre cuando nos curamos de una enfermedad y tenemos que dejar los fármacos, porque nos pueden dañar los riñones.Eso le pasó a Panamá, se unió a ciertas potencias, pensando que era lo mejor, y luego no lo fue tanto.