• martes 23 de julio de 2024 - 5:06 PM

Contacto humano

El sentido del tacto es uno de los más importantes que tenemos los seres vivos. Es muy difícil vivir sin él. Necesitamos tocar para conectarnos en nuestro entorno.

Helen Keller (1880-1968) fue una gran escritora que quedó ciega y sorda por una enfermedad. Su historia de vida fue excepcional e inspiradora. Ayudó a muchas personas con discapacidad. Ella utilizó el sentido del tacto para sobrevivir en el mundo desde muy niña. Usó y agudizó su piel como su brújula del mundo.

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, y el vehículo por el cual sentimos las distintas sensaciones. Recibimos estímulos cerebrales que envían mensajes que nos ayudan a diferenciar las texturas, temperaturas de las cosas, que nos permiten distinguir uno de otros. Nos protege de peligros.

Mediante el tacto, también podemos trasmitir emociones: el calor humano, que es vital para el ser humano desde que nace y a lo largo de su vida. Por eso, los recién nacidos requieren el contacto humano para sobrevivir. Necesitan que los arrullen, los carguen y abracen. La piel tiene memoria. Existen voluntarias que brindan ese servicio de amor a los recién nacidos huérfanos.

Vemos con curiosidad y tristeza que muchas personas en la actualidad son incapaces de manifestar el aprecio y el amor mediante un abrazo, sin embargo, pueden escribir intimidades mediante la virtualidad.

René Spitz (1887-1974), psiquiatra austrohúngaro, estudió el tema, el cual fue comprobado por la Universidad de Harvard: los niños que crecían sin amor, sin contacto humano, podían morir o crecer con enfermedades mentales y sociales. «Hambre de piel» es el término del Dr. Kory Floyd que describe la carencia mundial del contacto humano y sus consecuencias.

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