• viernes 18 de junio de 2010 - 12:00 AM

Bitácora del Presidente

Han existido dos líneas de pensamiento sobre el desarrollo de las naciones. Hay una vertiente que señala que los países deben transitar ...

Han existido dos líneas de pensamiento sobre el desarrollo de las naciones. Hay una vertiente que señala que los países deben transitar primero por unas reformas políticas que recojan las instituciones de la democracia liberal para crear las condiciones necesarias para el desarrollo. La otra señala que el primer objetivo es abrir paulatinamente la economía al mercado y luego con los niveles de bienestar mejorados proceder a las reformas políticas. Los que sostienen la segunda tesis creen que las reformas políticas hacia la democratización generan altos niveles de inestabilidad si no van acompañadas de crecimiento económico. El peligro es mayor para las naciones. En Asia, la vertiente que prefiere atrasar las reformas políticas la justifican basados en los diferentes patrones culturales entre Occidente y Oriente. Hay una cultura asiática, dicen ellos, basada en tradiciones milenarias. En otras palabras señalan que el ordenamiento mental del asiático es muy distinto al occidental y, por lo tanto, es difícil admitir sus estructuras de gobierno democrático sin condiciones. A mi entender, todas estas justificaciones teóricas son mecanismos para justificar gobiernos autocráticos o totalitarios. La China sigue la segunda línea de pensamiento. Las reformas económicas han llegado primero y las reformas políticas esperan. China carece de una democracia liberal tal y como lo conocemos nosotros. Con el fin y la desaparición del comunismo su prototipo de gobierno es muy similar al del partido único. El mejor ejemplo en América Latina era México durante los setenta años de gobierno del PRI. Que en China se carezca de un sistema de multipartidos, frenos y controles mediante instituciones independientes que se vigilan, Estado de Derecho y libertad de expresión, no es un secreto. Pero no es tan autoritario como uno lo creería. Ningún país puede abrir sus economías y congelar sus instituciones políticas. Hay una gran presión por los cambios y los funcionarios de gobiernos en reuniones privadas lo reconocen. Mientras uno más desciende en el rango se puede observar un sentimiento diverso o una antipatía por la estructura política reinante. En China se producirán cambios. En mi opinión es inevitable. Las nuevas generaciones tienen otras expectativas y su forma de pensar es muy similar a los jóvenes de cualquier parte del mundo. No hay una mentalidad asiática y una mentalidad occidental. Existe una mentalidad humana y nada descarta que los cambios institucionales en China es cuestión de tiempo. Debemos reconocer que en China los cambios son más lentos. Es más difícil mover un dragón que a una liebre.

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