Agenda de odio

El llamado a la unidad nacional parece difícil de asumir para algunos. Las diferencias personales pasan del plano político al plano personal a través de algunos medios de comunicación y redes sociales, que son a diario infectados de odio y de diatribas, sin que medie la razón ni el sentido en torno al bien común y a lo que necesita el país para salir del estancamiento en que se encuentra.

Las mortificaciones surgidas a raíz del resultado electoral reciente, dejan mucha angustia en algunos sujetos que cruzaron la línea que divide lo correcto de lo incorrecto, ahora cuesta recoger la soga lanzada, tanto en el plano personal como en lo social. El ego tampoco ayuda, mucho menos cuando lo que queda es odio y complejos.

Comenzar por aceptar los errores, basado en una retrospectiva alejada del fragor de la contienda, no solo indica un grado de madurez, sino de calidad humana. Incitar a la discordia como método de defensa personal, no es otra cosa que sumergir al país en una disputa personal que compete a unos cuantos y no a toda la nación.

Finalmente, las aguas regresan a su nivel, lo que trae esperanza de días mejores; no obstante, el futuro del país requiere de paz social. La salud mental de los que ostentan el protagonismo mediático y político debe ser seriamente evaluado por parte de los empresarios que promueven las agendas de poder económico, con el fin de evitar la ruptura del tejido social de esta nación.

Continuar dándole vitrina y abanicando agendas de odio y de discordia en el país, lo único que propicia es el desgaste de la confianza, frenando cualquier intento de crecimiento y avance frente a los grandes temas que enfrenta la nación.

Si la voluntad expresada por el pueblo panameños a través de las urnas no es prueba suficiente del camino que los ciudadanos de este país eligieron, entonces la intención de algunos psicosomáticos tendría que revisarse con detenimiento y desconfianza.