• lunes 04 de agosto de 2025 - 12:00 AM

Adictos a las redes

Hace poco leí uno de los magníficos artículos de Carmen Posadas, que publica semanalmente, sobre la adicción a las redes sociales y la dependencia que ellas han creado, independientemente de la sarta de mentiras que en ellas se vierten.

Si bien internet es ya parte indivisible de nuestra cotidianidad, existe otra vida más allá de los terminales y solo es cuestión de que se ponga de moda levantar la cabeza de las pantallas y descubrir el maravilloso mundo que hay fuera de ellas. Como leer, escribir, compartir con amigos y familiares físicamente y no mediante chats o mensajes de Instagram o Messenger.

Si bien el mundo está a un teclado de nuestro alcance (y ahora con la Inteligencia Artificial aún más), es bueno que la inteligencia propia sea la que mande sobre ésta última que ayuda, no hay duda, pero que no reemplaza el razonamiento.

Carmen también mencionaba que hay una tendencia creciente en algunas corporaciones de que sus altos ejecutivos utilicen móviles como los antiguos Nokia, algo jurásicos, pero inmunes a los hackers, indiscreciones e intromisiones. Este uso también se está implementando en algunos colegios de países como Canadá, para que los niños no estén expuestos a la tentación del Tik Tok o Instagram y tampoco al acoso o “bulling” que es tan común entre los adolescentes.

Estamos en un mundo expuesto a tantos riesgos, noticias falsas, rumores y chismes que es casi heroico discernir entre lo bueno, lo malo y lo feo, o lo cierto y lo falso, o lo que esté en la mitad.

Las redes han servido para que mucha gente se vuelva a encontrar, pero así mismo nos aíslan cada vez más. Y como dijo Umberto Eco, el gran intelectual italiano, al recibir hace 10 años el doctorado Honoris Causa en la Universidad de Turín: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la colectividad. Ellos eran rápidamente silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los necios.”

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