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A-ti-nada: a ellos tampoco

El 3 de enero de 2013, en esta página, publicamos un contenido similar, el cual reproducimos actualizado, haciendo parangones interesantes. Limitémonos a que por migajas vendamos al diablo, la Patria, la conciencia, el honor y se nos humille.

Con la asunción de José Raúl Mulino, a la gran mansión, donde los grandes bufets son comparados con las fondas donde la gente pobre con suerte llena a medias la barriga, por lo cual hubo que hacer transformaciones millonarias, mientras los hijos de Juana con suerte llenan su barriga con arroz y menestras.

La mansión donde los desbordantes lujos son una gaznatada, incluso a los policías que le custodian y la soberbia acumulada rebasa a los canales televisivos con irrespeto y menosprecio a quienes tienen que asistir a esas entrevistas. Es el pan diario.

Sería “a-ti-nada” la ¿elección o imposición de un presidente? Hoy, como ayer, nos hace recordar la fábula publicada por Nohora Páez, del periódico digital El Clarín de Colombia, titulada El águila que nunca fue, que reproducimos.

“Un guerrero indio encontró un huevo de águila en el tope de la montaña, lo puso junto con los huevos que iban a ser empollados por una gallina. Cuando el tiempo llegó, los pollitos salieron del cascarón, y el aguilucho también.

Después de un tiempo, aprendió a cacarear, a escarbar la tierra, a buscar lombrices y a subir a las ramas más bajas de los árboles, exactamente como toda gallina. Su vida transcurrió creyendo que era una gallina.

Un día, ya vieja, el águila estaba mirando hacia arriba y tuvo una visión magnífica. Un pájaro majestuoso volaba en el cielo abierto como si no necesitase hacer el más mínimo esfuerzo. Impresionada, se volvió hacia la gallina más próxima y le preguntó:

¿Qué pájaro es aquel? La gallina miró hacia arriba y respondió: ¡Ah! es el águila dorada, reina de los cielos. Pero no pienses en ella: tú y yo somos de aquí abajo.El águila no miró hacia arriba nunca más y murió creyendo que era una gallina, pues así había sido tratada siempre.

“Similar a esta fábula se sienten muchos, pero muchos panameños que no tienen la oportunidad de sentir lo que son. De sentir que pueden ser grandes y prominentes ciudadanos que tienen la potestad y el derecho de sentir y vivir en forma digna, con calidad de vida y exigir sus derechos.

Nos convertimos en miopes ante tanta injusticia y justificamos nuestra pobreza amparándonos en la ignorancia y los regalos que oportunistas gobernantes, con recursos de arcas estatales, ofrecen a las comunidades.

Se convertirán en profecía los versos de Gaspar Octavio Hernández: ‘¡Bandera de la Patria! Sube, sube hasta perderte en el azul. Y luego de flotar en la patria del querube, de flotar junto al velo de la nube, si ves que el hado ciego en los istmeños puso cobardía, desciende al Istmo convertida en fuego y extingue con febril desasosiego ¡a los que amaron tu esplendor un día!

’Nuestra Patria se extingue inexorablemente, los postulados de libertad y democracia se pierden a medida que avanzan las ideas reeleccionistas del señor presidente Martinelli.

Es terrible pensar en cinco años adicionales a tanta burla y poca beligerancia de los posiblemente entregados partidos de oposición. Dios te salve, Panamá.

Economista, educador, máster en Recursos Humanos.