- miércoles 12 de octubre de 2022 - 12:00 AM
Crecí escuchando historias de Héctor López de mi padre, fanático de los Yankees de Nueva York, desde los cincuentas.
Era una época dorada del béisbol, en donde continuaba cimentándose una dinastía, que a la fecha lleva 27 títulos de Serie Mundial.
Panamá, desde principios del siglo XX, mantuvo una relación histórica con Estados Unidos (EE.UU.) producto de la condición de vecinos, que manteníamos con las tropas y servidores públicos acantonados en la antigua Zona del Canal.
La influencia en nuestra sociedad era profunda; en los deportes, cultura y música. El impacto era brutal y el béisbol por décadas, fue el deporte principal en nuestro país. En aquellas épocas, existían ligas de béisbol en la Zona del Canal, en la ciudad de Panamá y Colón. Se desarrolló una poderosa liga profesional, con equipos como: el Chesterfield, Carta Vieja, Spur Cola, General Electric, Cerveza Balboa; entre otros. Gran cantidad de peloteros, que con posterioridad dieron el salto a las grandes ligas del béisbol norteamericano, en algún momento participaron en la liga profesional de Panamá.
Héctor López creció en Colón, cerca de la Zona del Canal. Tuvo trabajos parciales en una bolera; en una base militar norteamericana; mientras era una estrella de pista y campo, en la escuela secundaria (Silver City). También jugaba béisbol semi profesional en Colón. Participó en dos campeonatos nacionales. Luego de graduarse del bachillerato, firmó con los St. Hyacinthe Saints, de la liga clase ‘C' provincial de Canadá.
En Panamá se le daba seguimiento por radio a los juegos de béisbol; también de manera escasa, se veían partidos de béisbol en la televisión, con equipos obtenidos de contrabando en la Zona del Canal. Muchos nombres de famosos peloteros de grandes ligas, que, con el paso del tiempo; pasaban a ser parte de la cultura norteamericana, se volvieron comunes entre los jóvenes de nuestro país. Importantes jugadores como: Jackie Robinson, Mickie Mantle, Joe Dimaggio, Willie Mays; se convirtieron en ídolos de una nueva generación de panameños. Empezaban las propagandas televisivas en EE.UU. y también se observaban peloteros en las cajas de cereales.
La pregunta de rigor era: ¿Cuándo Panamá tendrá su primer jugador de grandes ligas?
Desde hacía años, Frankie (Bimbin) Austin, León Kellman, Clyde Parris, entre otros; eran ampliamente conocidos en los circuitos profesionales de Panamá y además estrellas consagradas del béisbol de ligas negras en EE.UU.. La llegada de Jackie Robinson a las grandes ligas el 15 de abril de 1947, con los Brooklin Dodgers, rompió la barrera del color. El racismo y segregación era enorme.
El uso de los baños y asientos en los restaurantes, buses, etc; no era igual para blancos y negros. Incluso en un inicio, el uso de las facilidades en las instalaciones deportivas, como parques de pelota, era restringido, atendiendo al color de la piel. Esa era la aterradora realidad que enfrentaron, jugadores como Humberto Robinson y Héctor López. El primero en subir a las mayores fue Robinson, el 20 de abril de 1955, con los Bravos de Milwaukee y el segundo López, el 12 de mayo de 1955, es decir, 22 días después.
Héctor López jugó 12 años en las ligas mayores, con los siguientes números: 269 de promedio de bateo, 136 cuadrangulares, 591 carreras impulsadas y 1251 imparables, de por vida. Inició su carrera con los Atléticos de Kansas City en 1955, y jugó como segunda y tercera base. Su defensa, no era de las mejores en las mayores, pero su bateo era efectivo; lo que lo llevó a colocarse en su año de novato, como segundo en promedio de bateo; detrás de Carlos Paula; y fue únicamente vencido en la carrera para obtener el premio del novato del año por Herb Score, quien lideró la Liga Americana en ponches, como lanzador. En el año 1957, bateó imparables consecutivos en 22 juegos, lo que aún se mantiene como récord de la franquicia de los Atléticos de Kansas City.
Le tocó compartir la habitación con Vic Power porque los jugadores blancos y negros no compartían cuartos.
En 1959, Héctor López fue adquirido por los Yankees. Meses después llega también al Bronx, Roger Maris (en 1960), ambos eran miembros de los Atléticos de Kansas City. El momento de su llegada fue estelar; inmediatamente transformado a jardinero izquierdo; le tocó formar parte de una de las más terribles alineaciones que el béisbol organizado haya tenido. Con figuras como: Mickey Mantle, Roger Maris, Yogi Berra, Tony Kubek, Clete Boyer. Todo esto coincidía con la masificación de la televisión en EE.UU. que encontró su punto más alto, con el debate televisivo de 1960 (entre Kennedy y Nixon). Entre 1960 a 1964, López participó en 5 series mundiales y fue miembro activo de los equipos campeones de 1961 y 1962. Su momento estelar llegó en el 5to. juego de la serie mundial de 1961, cuando produjo 5 de las 13 carreras del equipo, que jugaba contra los Rojos. Culminó la serie con: 7 remolcadas y un OPS de 1.343. Con la llegada de los televisores a EE.UU. y el hecho histórico que había ocurrido en la temporada regular, cuando Roger Maris, se convirtió en el campeón absoluto de cuadrangulares en una temporada, al batear el cuadrangular No. 61, por la pradera derecha del Yankee Stadium; las imágenes de Maris y de la Serie Mundial de 1961, no pararían de verse por años en las casas de los norteamericanos. El histórico récord de Maris se mantuvo hasta el año 2022 (en la liga americana), cuando Aaron Judge (de los Yankees de Nueva York), se convierte en líder absoluto de cuadrangulares (temporada regular), con 62. A Héctor López, le tocó compartir la mítica temporada de 1961, con Maris.
Fue el primer manager negro en el nivel de Triple – A, con los Buffalo Bisons en 1969. Fue director de la selección nacional de béisbol, en el Clásico Mundial de Béisbol de 2009.
Héctor López nació en 1929 en Colón y murió en EE.UU. el 29 de septiembre de 2022, a los 93 años.
El día de su muerte, en la previa, al enfrentamiento de los Yankees, con los Orioles; las pantallas del Yankee Stadium anunciaron la muerte y los fanáticos emocionados celebraron la vida de Héctor López. En Panamá, queda mucho por hacer, para dar un merecido tributo a este hombre humilde y perseverante.